Abre la puerta en medias celestes, con esa premura que advierte que quizás se le hizo un poco tarde. Está usando una remera blanca y el que luego descubriremos es su pantalón favorito y de su color preferido, un Gucci beige. En la habitación suena suave Lana del Rey. “Podría escucharla todo el día, nos seguimos en Instagram sin conocernos”, dirá mientras despliega su galantería de buen anfitrión. Aunque con el correr de la mañana también confesará su gusto por el tango, “por esa cosa nostálgica de los argentinos”. Y sin previa charla preguntará: “No sé si desfilar mañana, ¿vos qué opinás?”. La respuesta dispara una confesión: “Qué bueno que no sabés de moda, porque yo tampoco”. Quien pronuncia estas palabras es Sebastián Faena, que paradójicamente es considerado uno de los fotógrafos de moda más importantes: trabaja para Vogue, V Magazine y Harper’s Bazaar. Es, además, el elegido por muchas de las modelos top del mundo, como Cara Delevingne, e incluso celebridades. Chatea con Madonna, sale de fiesta con Paris Hilton, forjó la carrera de Camila Morrone e hizo tapas icónicas, como la de Lady Gaga vestida de Chanel con su perro. “Me buscan”, dirá, para enseguida confesar su incomodidad con las palabras que acaba de pronunciar: “Suena pedante y yo no soy así”.
Esta semana, Sebastián volvió a Buenos Aires –vive en Estados Unidos– para ver la presentación de la colección de de Micaela Tinelli, para quien hizo las fotos de la campaña gráfica, y también para comenzar a esbozar un corto, su otra pasión.
—¿Cómo no sabe de moda?
—Siempre me pareció un rótulo muy chiquito para todo lo que me preparé y soñé con hacer en la vida. En el fondo no me identifico con el rol de alguien que participa de la moda porque al final del día no me interesan tanto las carteras y los zapatos que vendo con mis fotos ni cuál es el color de la temporada. No tengo ninguna de las cualidades que en estos diez años descubrí que tienen las personas de esa industria.
—¿A qué se refiere?
—A que lo que yo hago lo hago porque lo siento y sin miedo. Así hice mi carrera. Y la moda está fundada en el miedo. Por el prejuicio de ser superficial. Y lo es, pero además de serlo la gente que trabaja en esa industria toma decisiones en pos de lo que piensan que los demás esperan de ellos, en vez de expresar lo que sienten, que es para mí lo importante. Y lo que yo hago con mis fotos.
—¿Y cómo llegó a ser fotógrafo de moda?
—Es algo que siempre me salió bien, no lo elegí ni lo soñé.
—¿Que su primo sea Alan Faena fue determinante?
—Uno es sus circunstancias (citará). Siento que tuve que trabajar más que el resto para demostrar que yo tenía talento y capacidad sino, todos iban a decir que me vino de arriba. Y yo me gané todo lo que tengo. Siempre peleé, lo tengo por instinto y es lo que hace que disfrute el doble que cualquiera. Me voy a dormir más cansado y eso está bueno. Además, cuando vos estás seguro de tu talento no te afecta mucho eso.
—¿Volvería a vivir en Argentina?
—Soy residente y no puedo salir más de seis meses. Mi idea es quedarme allá, pero admito que este año descubrí cuánto me gusta estar acá. No sólo porque me siento amado, porque tengo a mis amigos y mi familia, sino también porque es donde siento más fuerte que en cualquier otro lado. Y quiero venir más de visita a hacer cortos y fotos. Descubrí que me sale mucho mejor acá. La anarquía de acá es muy importante.
—¿Con quien trabaja acá?
—Sólo para amigos. Con Micaela Tinelli y con Diego Romero (fundador de AY Not Dead). Más que nada porque acá no hay presupuesto. Pero cuando un amigo me lo pide se transforma en algo hecho por amor, un encuentro. Y lo hago en mis términos: ellos viajan a Nueva York.
—Le gusta ser el foco de atención. ¿Hay guerra de egos cuando les hace fotos a celebridades?
—Me cuesta muchísimo. Elegí toda mi carrera sacarles fotos a modelos y evitar celebridades. Fracasé en ese plan. Con Lady Gaga de hecho tuvimos un cruce fuerte la primera vez. Ella acababa de hacerse famosa y yo estaba en mi mejor momento. Me creía mil y ella también. Y yo tenía la idea de sacarla como una chica normal sin maquillaje. Y ella quería lo contrario y fue una pelea eterna. Pero ella, muy piola, me convenció y llegamos a un acuerdo. Después nos llevamos mejor. Tengo ego y no lo puedo manejar. Aunque nunca me pasó que en mi set tuvieran aires de estrella. Lo contrario con Rihanna, Penélope Cruz... En general saben que están en mis manos y que las voy a sacar más lindas de lo que ya son. Eso lo sé hacer.Las mujeres son muy vulnerables a la hora de sacarse fotos y se entregan y confían. De hecho, me hice famoso por hacer a Claudia Schiffer, Cindy Crawford a los 40 y revivirlas.
—¿Qué famosa le costó más?
—Dame a quien sea que le voy a encontrar su belleza. Siempre es más lindo encontrarla cuando es un desafío.
—¿A qué argentina le gustaría fotografiar?
—No sé, no conozco. Susana, tal vez.
—¿Juliana Awada?
—¿Por qué no? Un primo decía que era la mujer más linda de Buenos Aires.