A siete meses de la muerte de Mario Vargas Llosa, su nombre vuelve a estar presente en las páginas de Mi verdadera historia, la autobiografía de su famosa expareja, Isabel Preysler. En dicho libro, ella revela que la relación con el escritor peruano comenzó a la salida de una fiesta –en Madrid– en la casa de una amiga en común. “A la salida de la fiesta, me besó en el ascensor. Ahí empezó todo”, relata Preysler en su libro.
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Pero no son detalles cómo este los que generaron las quejas de la familia de Mario Vargas Llosa, sino las cartas que de puño y letra le escribió el escritor durante los ocho años que fueron pareja, de 2014 a 2022. Incluso hay medios de España que señalan que ellos consideran que el copyright de las cartas es de los Vargas Llosa. “Las cartas son mías y puedo publicarlas para demostrar que él era feliz conmigo”, dijo Preysler, quien se decidió a hacer público ese material privado porque “no logro entender el empeño de su entorno (de Vargas Llosa) por intentar hacer creer a todo el mundo que Mario fue desgraciado a mi lado”.

Y sí, cursi. Mario Vargas Llosa no necesitaba de un Nobel para tener, desde un tiempo, su lugar asegurado en el solar de los grandes escritores del mundo. Sus libros dan cuenta de su trabajo previo, de su ingenio, de su prosa; y las cartas amor que le escribió a su entonces pareja Isabel Presyler confirman que tienen ese complemento básico que es la cursilería. Si no, no serían cartas de amor, como graficó el escritor portugués Fernando Pessoa al escribir que “las cartas de amor son ridículas”.
Entre la inmortalidad y el escándalo: asi fue amor de Vargas Llosa con Isabel Preysler.
“Reinita de los delfines”, llama Mario Vargas Llosa a Isabel Preysler en una de las misivas. “Me parece que hace siglos desde la última vez que te tuve desnuda en mis brazos, sintiendo latir tu corazón, viendo la lucecita verde que asoma en el fondo de sus ojos por momentos, sintiendo la suavidad sedosa de tu piel. Te extraño, te quiero, el mundo parece vacío y sin vida cuando no estás conmigo”, escribió en otra.
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También el escritor peruano le dedicó las siguientes líneas (*): “Nunca imaginé que me harías tanta falta, que, en tan poco tiempo, te hubieras vuelto alguien tan imprescindible y querido en mi vida. (...) Yo nunca he estado tan seguro sobre nada como lo estoy contigo. Te quiero y nada me haría más feliz que pasar todo lo que me queda de vida a tu lado, adorándote y procurando hacerte feliz. Qué revolución has causado en mi vida, amor mío”. (...) “Te quiero mucho y hoy te beso, en cámara lenta, en tus orejitas, en tus hombros, en las manos y en los pies”.(...) “Esta noche te diré cosas bonitas al oído mientras te hago el amor”.
"A nuestra edad, las escenas de celos hasta dan vergüenza", le escribió Preysler a Vargas Llosa.
Conmigo, no. Las cartas, no los correos electrónicos, son una constante en la relación que tuvieron Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler. El final de la pareja fue en diciembre de 2022 y no estuvo exento de escándalos. Presyler no habló, pero ante comentarios vertidos sobre ella por el entorno del escritor, sacó su ancho de espada, y filtró una carta que le había enviado Patricia Llosa, esposa y madre de los tres hijos del escritor. Allí le pedía que no dijera nada del romance que tenía con su marido porque la familia completa había organizado en Nueva York la fiesta por los cincuenta años de su matrimonio con el escritor.

Mario, andate. También, por carta, Preysler le comunicó a Vargas Llosa que ponía fin a la relación. “A nuestra edad y en nuestro caso, las escenas de celos infundados están totalmente fuera de lugar y dan hasta vergüenza” (...). Lo que de verdad hace imposible la convivencia es la mala educación y tú estás muy mal educado. Mi casa no es un hotel en el que las personas van y vienen sin tener en cuenta a los demás... Esta ha sido la segunda vez que lo has hecho, pero no va a haber una tercera. Por respeto a mí misma y porque no me lo merezco, no voy a dar por bueno tu comportamiento que considero totalmente inaceptable. Por favor, manda a alguien a recoger todas tus cosas”.

Embarazo. Por lo visto, ella tenía más de un ancho de espada y los dejó a la vista en Mi verdadera historia, junto con la revelación de lo que hubiera sido un escándalo en la España regida por el dictador Francisco Franco: en enero 1971, Isabel Presyler tenía 20 años, y se casó con Julio Iglesias porque estaba embarazada de Chabeli, quien nació en septiembre de ese año.