Las formas, ante todo. Después de casi un año de la última aparición pública juntos, se hizo oficial: Vladimir Putin y su esposa, Lyudmila Alezandrovna Putina, se separaron después de 29 años de matrimonio. Así lo confirmaron a la televisión rusa el jueves a la noche. Ahora, mientras el video de poco más de tres minutos en donde ambos reafirman lo sabido, “que ya prácticamente no se veían”, circula por el mundo; ellos siguen su vida cada uno por su lado.
Sin embargo, así como la declaración clarifica los rumores de crisis, ninguno de los protagonistas explicó si ya se han divorciado o si el anuncio es previo a los que quedará asentado en los papeles. Incluso, Dmitry Peskov, el vocero del funcionario ruso más poderoso, aseguró no saberlo. “Es un divorcio civilizado”, sintetizó la ex primera dama para terminar, después de que le preguntaran el significado de lo anunciado en televisión.
El lugar elegido para el anuncio oficial fue el Palacio Estatal de Kremlin, donde entraron juntos. Incluso Putin tenía el anillo de casado puesto, pero debe habérselo sacado mientras disfrutaba del ballet “Esmeralda” que allí se presentaba, ya que cuando salió, no lo tenía. Después de hablar brevemente con la prensa sobre el ballet, una periodista del canal de televisión Rusia-24 preguntó lo que se sospechaba: si era cierto que ya no vivían juntos. “Así es”, respondió Putin con tranquilidad, comenzando una declaración sin precedentes. “Todas mis actividades, todo mi trabajo está relacionado con lo público; todo es para lo público. A alguna gente le gusta, a otra no, pero hay algunos que directamente no lo pueden tolerar”, se defendió. “Esta es nuestra decisión conjunta”, concluyó. Su ahora ex mujer, otrora profesora de alemán, de 55 años, a quien conoció en la facultad, sin perder la sonrisa, asintió, para luego explicar que sus hijas –Maria, de 27 años, y Yekaterina, de 26– ya estaban grandes y que, así como ellos, también tenían sus propias vidas.
Putin y su mujer se casaron el 28 de julio de 1983 y durante varios años vivieron en Alemania Oriental donde él trabajaba para la KGB, la agencia de espionaje soviética.
Incógnita. Tarde pero seguro algunas cosas están claras. Al menos en lo obvio, ya que de lo que no se habló fue de Alina Kabayeva, una ex gimnasta y modelo de 30 años con quien se vincula a Putin –abstemio y amante del deporte–, desde hace cinco años. De la bella joven, cuyo último paso por los Juegos Olímpicos fue en Atenas 2004, se dijo que era la amante del presidente ruso. También, incluso, se sospecha que hubiera tenido un hijo suyo. Ahora, Kabayeva, retirada de la gimnasia competitiva y después de un paso por el mundo de la moda que la llevó a ser tapa de Vogue Rusia, casualmente ha encontrado un horizonte en el mundo dela política