Habla con la seguridad de quien siempre tuvo clara su meta. Se crió entre las arboledas frondosas y calles empedradas de Adrogué en el seno de una familia que “laburó siempre a pulmón”. Hoy cambió el otoño del Conurbano por la incipiente primavera de París. Allí llegó tras convertirse en la primera ganadora argentina del premio Talentos Emergentes Internacionales. Aún sorprendida, Julia Etulain, de 33 años, disfruta de sus logros.
Es licenciada en Ciencias Biológicas, doctora en el área de hematología, investigadora asistente del Conicet y trabaja en el Laboratorio de Trombosis Experimental del Instituto de Medicina Experimental-Conicet/Academia Nacional de Medicina. Ganó en 2015 la Beca Nacional L’Oréal-Unesco para Mujeres Científicas y con eso desarrolló su investigación y se convirtió en una de las 15 jóvenes investigadoras que “tienen el poder de cambiar al mundo”, según reza el lema del premio. Su proyecto consistió en la optimización del plasma rico en plaquetas (PRP) para su aplicación en medicina regenerativa. Además de su papel en la coagulación de la sangre, las plaquetas contribuyen a regenerar los tejidos. Etulain desarrolló un producto que potencia esa capacidad –y a muy bajo costo– para curar heridas pequeñas y complejas. “Hay varios métodos para regenerar los tejidos –como la impresión 3D y las terapias con células madre– pero son carísimos y en Argentina no se consiguen y no existe una alternativa. De 40 mililitros de sangre, que es un tubo, podés sacar 20 mililitros de PRP. Ese procedimiento puede salir 100 o 200 pesos, y es suficiente para regenerar una herida de una persona”, detalla.
—¿Se imaginó llegar a esto?
—¡No! Estoy sorprendida. Durante 2016, nueve mil mujeres científicas aplicaron a este premio. Aún me cuesta creer estar entre las 15 mejores del mundo.
—¿Siempre supo que quería seguir este camino?
—Sí. Cuando de chica me preguntaban qué quería ser siempre respondía: científica. Mis padres compraban la revista Muy Interesante, una publicación que me llamó la atención. Y en la secundaria descubrí la Biología. Y quería hacer algo difícil y destacable.
—¿Cómo es ser mujer en las ciencias exactas?
—Yo siento orgullo. Existen muchos prejuicios, sobre todo acerca de la imagen. Muchas veces hay conceptos erróneos: me suelen decir que no parezco científica y esto no es algo malo para mí. Usar maquillaje y tacos no interfiere en la capacidad intelectual de una persona. A su vez, estoy convencida de que las mujeres vamos ganando cada vez más terreno con todas las campañas que buscan empoderarnos en todos los sectores sociales.
—¿Sacrificó mucho para llegar?
—¡Nada! En la vida tuve siempre diversión, alegría, amigos, amor, familia. Es el balance perfecto.
—Se formó académicamente en el espacio público, ¿qué opina sobre la situación actual?
—Estudié en una escuela privada subvencionada en un gran porcentaje por el Estado. Independientemente de ello, pienso que la educación y medicina son pilares para un país y es necesario que el Estado destine recursos a estas áreas. No pueden existir los recortes y no puede faltarles plata a los docentes, ellos cumplen un rol sumamente importante en la sociedad.
—¿Tiene algún pasatiempo?
—Sí, hacer decoupage, soy excelente haciendo manualidades. También escucho música, canto karaoke y bailo. Además de tomarme una copa de vino y disfrutar con amigos, familia y mi novio, Martín.