En el Excel de Scott Bessent, el secretario del Tesoro de Donald Trump, los recortes a los gastos del Estado norteamericano no incluyen la nueva construcción que el presidente de Estados Unidos realizará en la Casa Blanca. Una decisión que también puede leerse como ejemplo de la personalidad ostentosa y exagerada de un Trump que así construye su propio Versalles.

Antes de comenzar con la primera gran reforma edilicia, el White House State Ballroom (salón de baile de la Casa Blanca), en junio último, Trump mandó a embaldosar el Rose Garden, el jardín de las rosas que había creado Jackie Kennedy. En las secciones de chimentos políticos de Estados Unidos apuntan que Trump quiso hacer del verde césped un patio de concreto porque dicho jardín–como cualquier otro– provocaba que los tacos de las mujeres se hundieran en la tierra.
Scott Bessent, el secretario del Tesoro que aprobó este gasto, tiene su propia Casa Rosada.
Jackie Kennedy fue la responsable de la primera gran transformación de la Casa Blanca. Lo hizo durante la presidencia de su marido, John F. Kennedy. Ella fue quien le dio esa elegancia de la que, por los motivos que fueran, el principal edificio político de Estados Unidos carecía. La inauguración pública de esa remodelación se realizó por televisión, y con Jackie Kennedy como guía en un recorrido con explicaciones de los cambios. Sí, en ese momento, los cráneos del marketing político comprendieron que aquella primera dama norteamericana era una pieza indispensable para la construcción del llamado “cuento de Camelot”.

Impulso. Lo que comenzará en septiembre próximo y debería estar concluido bastante antes del final del mandato, es la construcción que Donald Trump encargó al estudio de arquitectos que dirige James McCrery. El martes, este último estuvo junto a Donald Trump recorriendo el ala este de la Casa Blanca, el sector destinado a las actividades de la primera dama. Con él caminaron por una terraza desde la que también McCrery pudo ver el ahora “jardín de cemento”, y otras observaciones relatadas por el propio Trump, como se ve en las imágenes que aportaron los periodistas acreditados.
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Impulso. En el comunicado de prensa de la Casa Blanca, dicen que la construcción del nuevo Salón de Baile se debe a que “la distribución del actual salón limita el número de invitados que pueden albergarse (...) El nuevo salón de baile proyectado ofrecerá aproximadamente ocho mil trescientos metros cuadrados de espacio cerrado que habilitan una capacidad para seiscientos cincuenta invitados, en comparación con el límite de doscientas personas del Salón Este”. El costo: doscientos millones de dólares.

El ballroom existente fue construido en 1902 y modificado varias veces, incluso en 1942 se le sumó una segunda planta. En la remodelación que quiere Trump, el Ala Este será reemplazada por una nueva estructura “diseñada para armonizar con el carácter arquitectónico del edificio principal de la Casa Blanca. Si bien físicamente está separado, la futura ampliación busca reflejar el lenguaje de diseño histórico y formal del complejo existente”.
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El mito. Los salones de baile tuvieron una significación particular entre los millonarios de Estados Unidos. Hoy los nuevos ricos tecnológicos es muy probable que no le den dicha importancia. En sus inicios, el número de integrantes de las primeras listas de millonarios de la revista Forbes lo definió un salón de baile.

John Jacob Astor IV era uno de los integrantes de la elite neoyorquina de comienzo de siglo XX, por entonces su fortuna era de ciento cincuenta millones de dólares. Su familia, además, era famosa también por sus fiestas. Él fue uno de los que murieron el 14 de abril de 1912 en la tragedia Titanic. Su padre, coronel como él, era William Backhouse Astor, y estaba casado con Caroline Webster, quien, según las crónicas de la época, era la “reina de Nueva York”. A ella se le debe la creación de Los 400, el grupo de los más influyentes de su época. Para Caroline, 400 es el número de personas que podían ocupar con comodidad un salón. Y 400 fueron los primeros millonarios de la ya famosa lista Forbes.