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Zenani, la hija de Mandela, embajadora en Argentina

Llegó al país en 2012. Es egresada de la Universidad de Boston, está separada y es madre de cuatro hijos. Ahora está junto a su padre.

Albúm. En uno de los últimos cumpleaños de su padre junto a sus hermanas, sobrinos y sobrinos nietos.
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Hacerse camino con un padre como el suyo no es fácil. Especialmente porque “los Mandela”, hoy, distan mucho de ser una dinastía política. Mucho.

Zenani Dlamini es la anteúltima de las hijas que tuvo Nelson Mandela pero de las primeras en dar sus propios pasos en la vida pública. Para su papá, ella corría con una ventaja: “No mucha gente tiene tu experiencia, la de haber estado en la cárcel antes de nacer”, le dijo alguna vez el Premio Nobel de la Paz. Su madre, Winnie Madikileza, una trabajadora social y activista política, había sido detenida en una protesta poco tiempo antes de parir y luego fue trasladada a una prisión de Soweto en 1959.

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El líder de la lucha contra el racismo sudafricano se casó tres veces y tuvo seis hijos pero sólo tres están vivos. La primera línea de descendencia del sudafricano está formada por todas mujeres. Maki, la mayor, es de su primer matrimonio, con Evelyn Mase, que falleció en 2004. Zenani, la del medio, y Zindzi, la menor, son de su segunda mujer, Winnie, que el miércoles estuvo visitándolo en el Hospital de Pretoria donde se encuentra internado desde principios del mes, en grave estado. Zenani, la más parecida físicamente a Mandela, viajó desde Buenos Aires hace dos semanas para acompañar a su padre.

Princesa. Hoy Zenani tiene 53 años, uno de los apellidos más famosos del mundo pero que elige no usar, una formación en Ciencias Económicas de la Universidad de Boston  y cuatro hijos. Con todo esto, el año pasado salió del círculo protector de su progenitor e hizo su debut en la política, convirtiéndose en embajadora de Sudáfrica en Argentina, por lo que está instalada en el país desde entonces.

Zenani cuyo significado en xhosa, uno de los 11 idiomas oficiales de Sudáfrica, es “¿qué trajiste al mundo?” . Ella estuvo casada con el príncipe Thumbumuzi Dlamini, de Suazilandia, un pequeño estado soberano sin salida al mar ubicado en Africa del Sur, cuya forma de gobierno es una monarquía absolutista. Se divorció del monarca hace 11 años pero aún conserva el título de princesa real. Junto a su ex marido tuvo a sus cuatro hijos Zaziwe Manaway, de 36 años, Zamaswazi, de 34, y Zinhle, de 33 y Zozuko, de 21.

Unidos por el paso del tiempo y las circunstancias, según el entorno, el vínculo entre Zenani y su padre no fue fácil. Cuando ella tenía cinco años, Nelson Mandela fue arrestado tras vivir huyendo durante varios meses, y reducido a prisión en el fuerte de Johannesburgo. No lo volvería ver por más de una década. Recién cuando cumplió 16 años pudo empezar a ir a visitarlo a la cárcel.

Así, mientras el famoso activista era mantenido en cautiverio en penosas condiciones y su leyenda se hacía cada vez más fuerte, a Zenani se le cayeron los primeros dientes, comenzó y terminó el colegio primario y secundario, se convirtió en madre y esposa. Incluso en libertad, según sus hijos, la entrega completa a una causa tuvo un costo alto para su familia.

Pero parece que las internas familiares y heridas del pasado, ahora, encontraron su cauce y pudieron sanar. Sus tres hijas y casi todos sus nietos –tiene 17, en total– e incluso varios bisnietos –19, por el momento– están firmes a su lado. Junto a ellos, los millones de seguidores ya sienten, con tristeza y resignación, la despedida de un símbolo de Sudáfrica y, con algunas contradicciones también, un ícono de la lucha contra el apartheid sudafricano que, entre otros tormentos cívicos, reglamenta el voto segmentado de los grupos que no formaban parte de la minoría blanca. También castigó con la cárcel, torturas y exilio a quienes se oponían a este sistema que estuvo vigente desde 1948 a 1992.

Desde la llegada de Zenani a la Argentina PERFIL intentó entrevistarse con ella pero hasta la fecha, no concedió reportaje a un medio local.