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Opinión

Más allá de la Sputnik V, hay Putin para rato en Argentina

No solo se está negociando la producción nacional de la vacuna Sputnik V, sino que además la Argentina avanza en inversiones rusas que estuvieron paralizadas los últimos años.

Con los vaivenes de la vacuna Sputnik V se volvió a poner en el centro de la agenda política la relación bilateral entre Argentina y Rusia y como en casi todos los temas en nuestro país, hay grieta. Lo cierto es que detrás de la vacuna importada se avanza en los análisis de factibilidad para producirla en nuestro propio país. Pero las conversaciones sanitarias les abrieron paso a otras conversaciones Desde gobierno confirman que se trabaja en distintos acuerdos con la Federación Rusa, que incluyen la llegada de inversiones para infraestructura.

Uno de esos temas tiene que ver con la sexta central nuclear argentina, la represa Chihuido I, en Neuquén, que está valuada en unos 2.250 millones de dólares y podría demandar 6 mil puestos de trabajo locales y generar la sustitución de combustible fósil con un ahorro de 20 mil millones de dólares en 20 años.

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Otro proyecto es el tren Nordpatagónico. La idea de este tren es unir el puerto de Bahía Blanca con los puertos chilenos de Concepción y Talcahuano. Esto permitiría más o menos a mitad de camino, conectar con Vaca Muerta y conectar a su vez a Vaca Muerta, tanto con el Océano Atlántico como con el Océano Pacífico. Es una obra de 1 mil millones de dólares y generaría un poco menos de 1 mil puestos de trabajo.

Los acuerdos con Rusia empezaron a enhebrarse en 2008, se formalizaron en 2015 y se paralizaron en los últimos seis años, con nudo, por supuesto, en la gestión de Mauricio Macri. Hoy la prioridad de las gestiones con Moscú tienen que ver con garantizar la provisión de vacunas y su fabricación acá en la Argentina.

Las conversaciones por las inversiones señaladas avanzan y contienen como contrapartida la exportación de alimentos y vinos argentinos a la Federación Rusa. Y también incluyen ponerle fecha y hora a un encuentro personal entre Alberto Fernández y Vladimir Putin, que, como los chinos, suele celebrar el supuesto multilateralismo de la actual política exterior argentina. Esto va a traer cola.