En la política argentina hay dos dinámicas muy distintas que conviven y en ambas, de alguna manera, participa Alberto Fernández.
La primera dinámica es la que tiende a la cooperación con la oposición. Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad, Gerardo Morales en Jujuy, intendentes del conurbano y del interior de la provincia Buenos Aires cooperando con Alberto Fernández y con Kiciloff. Hay diferencias, matices, pero nada muy sustancial, ahí hay un trabajo que tiende a la cooperación. Después, uno mira hacia el Congreso y la calle y ahí hay un trabajo, o una situación política, que tiende a la polarización extrema.
¿Por qué? El macrismo alienta a las movilizaciones en la calle, aún en plena cuarentena y en contra de lo que aconseja Horacio Rodríguez Larreta, porque Macri en parte está convencido -y esto le preocupó y de esto se ocupó en Francia-, de que Cristina Fernández de Kirchner, así como sintió que había sido perseguida durante el gobierno de Macri y que esta persecución había tocado incluso a sus hijos, particularmente a Florencia Kirchner que estuvo meses internada en Cuba con problemas de salud, en la cabeza de Mauricio Macri, ahora vendrían a vengarse de aquella situación yendo por sus hijos. ¿Cómo? Está la causa Correo Argentino de por medio. Si fuera a la quiebra el Correo Argentino, el grupo madre, el grupo Socma, pasaría a tener responsabilidad eventualmente sobre eso y allí los accionistas son los tres hijos del primer matrimonio de Mauricio Macri.
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Macri cree que así como Cristina Kirchner sintió que la venganza la pagó su hija Florencia, ahora va a ser con sus hijos. Eso lo alienta a un comportamiento donde extrema sus posiciones. Tanto es así que podría llegar a ser candidato el año que viene, lo cual generaría una situación de máxima polarización.
Y enfrente Cristina Fernández de Kirchner en el Senado de la Nación, empujando a la agenda la reforma judicial que genera ruidos incluso dentro de los aliados de Alberto Fernández. Roberto Lavagna, Schiaretti, esos diputados no quieren acompañar la reforma en la Cámara de Diputados.
A través de la calle, la oposición más dura le exige a Alberto Fernández que dé marcha atrás con la reforma judicial. Alberto Fernández dice que no quiere. Uno se puede preguntar si puede, porque eso es la agenda firme de Cristina Fernández de Kirchner en el Senado. No solamente la reforma de Comodoro Py, sino también revisar el traslado a Cámara de dos jueces que fallaron en causas que la involucran directamente a Cristina Fernández de Kirchner.
Entre Macri y Cristina la tendencia es la de siempre, a la máxima polarización. Alberto Fernández de a ratos juega el partido en un lado y de a ratos juega el partido en otro lado.