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El casco argentino que reduce las complicaciones que provoca el coronavirus

El uso de este tipo de aparato disminuye la necesidad de intubación entre un 30% y un 60%. Las ventajas del modelo local.

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Casco Ecleris | cedoc

La pandemia de coronavirus colapsó a los sistemas sanitarios de todos los países y la falta de insumos médicos se convirtió en un problema a nivel internacional. En ese marco, un invento argentino promete reducir la necesidad de respiradores e intubaciones para pacientes de COVID-19. Se trata de un casco para ventilación no invasiva que desarrolló la empresa Ecleris y que en menos de dos semanas podría llegar al mercado.

Los respiradores mecánicos son uno de los insumos más críticos a la hora de enfrentar la pandemia. Pero con el casco o helmet de Ecleris su requerimiento podría verse reducido. La experiencia internacional indica que con el uso de este tipo de aparato se disminuye la necesidad de intubación entre un 30% y un 60%. Ya se usaron elementos similares en Italia, que sirvieron de inspiración para la versión argentina. 

Si un paciente responde al casco se salva de la intubación o del respirador, que es invasivo, o incluso del coma”, destacó en diálogo con PERFIL Marcos Ledesma, médico y uno de los dueños de la empresa que desarrolló el equipamiento. Su interés por el instrumento empezó cuando uno de sus socios se enfermó de coronavirus y fue hospitalizado. El hombre recibió diferentes formas de suministro de oxígeno que no dieron resultado, Estuvo dos semanas en coma farmacológico conectado a un respirador y con riesgo peligro de morir. "El me habló de estos casos que se usaron durante el pico de la pandemia en Italia, que brindaban mejor calidad de ventilación. Averiguamos y no se encontraban disponibles en la Argentina ni en casi ningún lado porque la mayoría los había adquirido el gobierno italiano. Cuando entró en coma empezamos el desarrollo del producto”, contó.

Hay municipios del conurbano con 70% de ocupación en terapia intensiva

La tecnología tiene como base la utilizada en las cámaras hiperbáricas, que se emplean para la oxigenoterapia. “La sangre lleva el oxígeno en los glóbulos rojos, pero estos tienen una capacidad limitada que hace que éste se pueda disolver en el plasma de la sangre y aumentar mucho la oxigenación a través de este proceso”, explicó el especialista.

Las cámaras hiperbálicas pueden ser para una sola persona o multiplaza, en estas últimas las personas llevan un casco. “Estos helmets fueron los que modificaron nuestros ingenieros para el COVID-19. Tienen que soportar más presión, estar anclados al paciente debajo de las axilas por un sistema que no cause problemas de trombosis en la zona, disponer de filtros virales, etc. Y la otra clave era que no contaminen al personal de salud”, indicó Ledesma. En Argentina, un 10% de los casos de coronavirus afecta a empleados del sistema sanitario.

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El casco tiene el aspecto de una escafandra transparente y consta de dos piezas: un aro con un cuello de silicona y una burbuja de vinilo. El primero se corta de acuerdo al tamaño del cuello del paciente y se fija en el cuello y el tórax. Sobre ello, se coloca el casco propiamente dicho que mantiene a la persona completamente aislada del ambiente en el que se encuentra, lo que evita el contagio. Esto se logra porque el aparato cuenta con una salida con un filtro viral y bacteriano para el aire que expulsa el enfermo.

Además, el aparato se puede conectar a la línea de oxígeno y aire que se encuentran en las cabeceras de las camas de internación o directamente a tubos de oxígeno móviles. Por el otro lado, en la salida se ubica además una válvula que permite aumentar la presión dentro del casco para oxigenar mejor los pulmones. El médico, de acuerdo a las necesidades del paciente, va a regular la mezcla de cuánto oxígeno y aire se le insufla al casco. 

Al tratarse de una técnica no invasiva el paciente está despierto y se encuentra lúcido mientras le instalan y usa el casco. Pero además, permite ser una herramienta eficaz para prevenir el contagio al personal de salud mientras dura el diagnóstico y tratamiento del enfermo. “A prácticamente todos los pacientes con problemas respiratorios como el COVID-19 o la neumonía se les tiene que realizar una tomografía computada de los pulmones para evaluar su estado y luego de usar el tomógrafo se necesita una hora de descontaminación y limpieza. El casco simplifica el proceso”, remarcó Ledesma.

Si un paciente responde al casco se salva de la intubación o del respirador, que es invasivo, o incluso del coma, destaca Ledesma

Una de las ventajas del modelo argentino con respecto al italiano es que es reutilizable, por lo solo es necesario desinfectarlo entre un paciente y otro y cambiarle algunas piezas que sí son descartables, como el filtro viral, por lo que es una versión más económica al largo plazo. Pero, además, su implementación va a suponer una reducción en los costos del sistema sanitario, porque implicará menor uso de respiradores y del material que se utiliza diariamente en un paciente en terapia intensiva intubado.

La compañía argentina desarrolló el instrumento en colaboración con equipos médicos de la Unidad de Soporte ventilatorio del Hospitales Fernández y Zonal General de Agudos de Ezeiza. La semana pasada la ANMAT autorizó la venta del producto y, con la aprobación, ahora ya se cuentan con los permisos para importar las piezas restantes que son necesarias para la fabricación. Desde la empresa estiman que en los próximos 10 a 15 días podrían estar ya el casco en el mercado para su uso en centros de salud de todo el país. En el caso de disponer con todos los elementos necesarios, se podrían producir entre 600 y 700 por semana. Mientras tanto, ya se empezó la exportación a otros países de América Latina.