La técnica de mesoterapia tiene diversas aplicaciones. Por lo tanto la solución que se inyecta se prepara de acuerdo con el propósito buscado. Básicamente consiste en microinyecciones que se aplican con una finísima aguja que deposita la sustancia a no más de 4 milímetros de profundidad de la superficie de la piel. Aunque es casi indolora , el mito es que se sufren los pinchazos.
“Realizada por un médico especialista, sea con inyectores eléctricos (una suerte de pistola en donde se coloca la jeringa con aguja descartable) o con la modalidad manual, casi no se siente. La excepción puede darse en la zona peribucal que es más sensible -subraya Carlos Pisanú, director de Espacio Pisanú-, para lo que se puede utilizar anestesia tópica local previo al procedimiento”.
En el resto del cuerpo puede producirse algún hematoma, pero desaparece enseguida y no deja cicatriz. Su mayor beneficio es que, al contrario de otros tratamientos, al involucrar de un modo directo el área que se busca mejorar, alcanza resultados más eficaces, limita los efectos secundarios y reduce la posibilidad de interacción con otras sustancias.
Sus usos estéticos más frecuentes son: disminuir los diversos grados de celulitis, reducir la adiposidad localizada (mejora textura y afina el contorno) y combatir el envejecimiento del rostro. En este último caso, las inyecciones transportan vitaminas y aminoácidos que apuntan a promover la regeneración celular y la producción de colágeno y elastina.