Tras una década en el consultorio atendiendo chicos, la psicóloga Analía Mitar decidió cerrar la puerta a la terapia tradicional y empezar un camino que, quince años más tarde, describe como “flexible, dinámico y adaptable”: sigue especializándose en chicos, pero ahora incluye a todo el entorno porque ofrece un sistema de terapia a domicilio.
Al tratamiento lo bautizó “Family Hold”, porque la base, insiste, está en la familia y el lugar donde ésta interactúa, más que en un espacio aislado donde “el niño nunca elige venir: siempre son los padres los que lo llevan”, asegura. Se formó en terapia sistémica y, “en lugar de trabajar con el niño como portavoz de un conflicto, participo de las dinámicas familiares e incluyo a los vínculos ‘satélite’ que pasan mucho tiempo con los chicos, como niñeras o parejas de padres en familias ensambladas”, cuenta. Y dice que este sistema disminuye el abandono del tratamiento, porque es ella la que se adapta a horarios y realidades de cada niño, y no al revés.
“Trabajo con chicos desde los dos años y medio, tres; y lo que he notado es que, si se empieza temprano, las herramientas son más potentes para modificar lo que se percibe como conflicto”, agrega.
