Feliz cumpleaños Diario PERFIL! En ciertas fechas es bueno hacer un balance del tiempo pasado y, sobre todo, pensar el futuro. En el ámbito económico es mucho lo que ha ocurrido, sin que tal vez nos demos cuenta. Y tendremos muy buenas perspectivas si sabemos establecer prioridades.
Creíamos que el nuevo gobierno venía y en un ratito modificaba la situación de años de abandono. Hace un año en Argentina los ciudadanos de a pie no tenían idea del problema económico que enfrentamos, y mucho menos del que se ha evitado. Estamos aprendiendo sobre todas las dificultades en la marcha, y espero que tengamos mucha paciencia.
El Gobierno optó por no contar los problemas y por tratar de insuflar optimismo. Tengo un respeto increíble por la habilidad con que se manejaron múltiples temas. Baste un solo ejemplo: las importaciones de gas. Claro que son asuntos ultraodiosos, y cuesta creer que en energía hubo milagros cuando, al mismo tiempo, las tarifas subieron mucho (y es aún insuficiente). Falta muchísimo, por ejemplo, recrear un mercado mayorista de energía. Pero si comparamos con el apagón que teníamos cada día, ya se notan las mejoras.
Al mismo tiempo, hay más conciencia del gigantesco esquema de corrupción que se había desarrollado durante una década. Pero no estamos diciendo lo más importante: hay que modificar el sistema que permitía que esos desmanejos financieros ocurrieran. No es solamente que ahora haya mejor control. El problema es el sistema: los controles son caros, lentos y quién sabe si funcionarán. Lo que debemos modificar es la estructura de gasto que permite que haya planes de vivienda fantasma y bolsos en la oscuridad. El verdadero problema es que el Estado gasta mucho, gasta mal y gasta en temas en los que ni siquiera debiera participar.
También se han empezado a destejer marañas burocráticas, yendo por el camino más seguro de actuar sector por sector. Es cierto, estamos lejos del ideal y puede ser injusto para los que aún no recibieron los beneficios, pero para todos no alcanza.
En el plano impositivo se aumentó la coparticipación automática a provincias, se redujeron algunos impuestos o, por lo menos, se modificaron las fechas de pago, dando un mínimo alivio al contribuyente y certeza de mayores fondos a los gobernadores. Es mejor que antes, y aún así es una gota en el océano. La presión fiscal es obscena, y sólo podrá modificarse cuando se reduzcan los gastos.
Los gastos de Nación, Provincia y municipios siguen creciendo. Todo lo que sea inversión es bienvenido, sobre todo si se sigue logrando a menores costos que en 2015. No todas las provincias entendieron esta consigna y algunas continúan gastando casi todo en salarios del personal (por definición es innecesario si son sólo gastos en personal sin prestar servicios a los ciudadanos). Nada es gratis y todo se paga con impuestos, actuales o futuros.
Hay una recuperación ya evidente respecto de la recesión de hace un año. No obstante, hace cinco años que Argentina está en un subibaja y es dispar entre sectores: no todos pueden avanzar al mismo ritmo. Es más, no todos debieran avanzar al mismo ritmo ya que hay actividades que difícilmente sean competitivas si Argentina se inserta en el mundo.
Esta inserción de Argentina en el mundo implica reconocer cuáles son las actividades que potenciarán el crecimiento, dónde y quiénes podrán realizarlas. Indudablemente el agro, o mejor dicho la bioeconomía (desde el tabaco en Salta y Jujuy a ovejas en Santa Cruz; de la yerba en Misiones hasta la vid o frutas en el Alto Valle), tienen posibilidad de competir en el mundo. También en servicios hay grandes oportunidades. Dediquemos a esas actividades nuestros escasos recursos. No se puede tener todo en esta vida: definamos prioridades y el año que viene estaremos celebrando no sólo otro cumpleaños de Diario PERFIL sino un sólido crecimiento de nuestro país.
*Economista, Ucema.