Pastillitas para ser feliz: según datos de la industria farmacéutica, estas drogas lideran la venta en el país, con una facturación anual de 619 millones de pesos.
Más de tres millones de personas admitieron el uso de psicofármacos en una encuesta del Observatorio Argentino de Drogas. “El consumo de antidepresivos, ansiolíticos y tranquilizantes aumentó alrededor del 40 por ciento en los últimos diez años”, asegura Néstor Marchant, presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras.
Este incremento se debe a múltiples factores. “Se amplió la oferta de psicofármacos en sintonía con la crisis del 2001, y la tolerancia social aumentó a un nivel en el que ya no resulta extraño que alguien los consuma, aun sin receta”, explica Juan Duacastella, profesor de Psicología de la Universidad del Salvador.
“A esto se suma una maquinaria propagandística que establece la necesidad de un apoyo extra, desde psicofármacos hasta vitaminas e incluso productos comestibles para poder mantener el ritmo de la vida cotidiana", señala.
Luis Herbst, secretario de la Asociación de Psiquiatras Argentinos, plantea que el aumento del consumo puede estar relacionado con las nuevas aplicaciones encontradas en este tipo de drogas. “Se probó su eficacia en enfermedades diferentes a la depresión y se ha extendido su uso a profesionales de distintas especialidades”.
Marchant, en cambio, cree que los niveles de estrés son determinantes. “Mucha gente no tolera el ritmo de la sociedad moderna, se altera, se deprime y necesita recurrir a estas drogas”, dice el psiquiatra. “El problema es que está aumentando el consumo sin prescripción médica. Lo recomienda un familiar, un amigo o algún farmacéutico y la gente lo compra".
"Por otro lado, algunas personas empiezan un tratamiento pero lo abandonan y siguen tomando la medicación que les habían dado por su cuenta, aunque no deberían hacerlo porque corren el riesgo de generar una adicción", dice.