El 20 de junio es el Día Internacional del Mukkei, el “inmigrante japonés”. Argentina y Perú, países que recibieron una importante cantidad de migrantes de esa nación asiática, influyeron para que la comunidad optara por ese día, tan significativo para los argentinos, por otra parte.
Según el Ministerio Japonés de Asuntos Exteriores, hay cerca de 11.675 ciudadanos japoneses en calidad de residentes en Argentina.
Sin embargo, a esa cifra deben sumarse unas 50.000 personas que tienen ascendencia japonesa y viven acá.
“El 80% de los inmigrantes japoneses que están en Argentina provienen de Okinawa”, informa Susana Asato, miembro de la Comisión directiva del Centro Okinawense que funciona en Buenos Aires.
Inmigrantes japoneses en Argentina
Un inmenso hall con esculturas de seres mitológicos con la boca abierta (ahuyentan los malos espíritus) y la boca cerrada (conservan la buena suerte) recibe a los visitantes sobre la Avenida San Juan al 2651, para recorrer 3.900 metros cuadrados de ese minimundo japonés.
En el Centro Okinawense, que se inauguró en 1991, se realiza una importante labor cultural que aglutina a toda la comunidad japonesa con diversas actividades.
En el Centro Okinawense se organizan desde exposiciones de orquídeas hasta cursos de tai chi chuan, artes marciales, kendo, origami, ikebana, pintura japonesa, yoga, reiki, coro nikkei e incluso el “Mukkei music day”, para celebrar entre amigos y afectos.
Con todo, no sólo el 20 de junio, un día tan importante entre los japoneses que eligieron a nuestro país como su lugar en el mundo, sino en general todos los fines de semana, la agenda okinawense no ofrece eventos cerrados, porque muchos de los asistentes no son japoneses.
Además, de martes a sábado, de 19 a 23:30 hs está abierto a todo el público Okiren Sushi Bar & Restaurant. Cualquier día que vaya verá que la mayoría de los comensales no vinieron del Imperio del Sol Naciente.
El Jardín Japonés, un legado de amistad entre ambas naciones
Día del inmigrante japonés
El 20 de diciembre de 1961, Argentina y Japón firmaron en Tokio el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación, que asegura, entre muchas cosas que “habrá firme y perpetua paz y amistad entre la República Argentina y el Japón y sus respectivos pueblos”.
La mayoría de los japoneses que viven en nuestro país llegaron en barco desde Brasil, entre los años 1920 y 1960. Eligieron Misiones, Mendoza, la capital federal (Barracas y La Boca) y Buenos Aires (Colonia Urquiza, en La Plata) para formar colonias y vivir en comunidad.
Sin embargo, ya en 1908 había japoneses en Argentina, provenientes ante todo de Okinawa, Kagoshima, Hokkaido, Kumamoto, Hiroshima y Akita. Y antes aún: el registro más antiguo de un inmigrante japonés en Argentina se remonta al año 1886.
Los primeros movimientos migratorios de Japón fueron hacia Hawai. En 1898 ese archipiélago del Pacífico central pasó a manos de Estados Unidos que, hasta hoy, concentra la mayor emigración de japoneses a nivel mundial: 41,86%, seguido por Australia (6,34%).
Quienes llegaron a Argentina antes de la Primera Guerra Mundial, trabajaron en el puerto, las fábricas o se animaron a armar pequeñas empresas urbanas.
Japón recibe turistas a partir del 10 de junio
Bares japoneses
“Donde actualmente está la Esquina Homero Manzi, funcionaba el Viejo Café El Nippon, que abrieron Azato Eizen y Azato Chosu y fue regenteado por diferentes personas hasta 1947”, informa Paula Fernández, Lic. En Estudios Orientales y Guía Temática de la Ciudad de Buenos Aires.
Poco después se abrió otro en la esquina de Cerrito y Lavalle, el Café El Japonés, que ya no existe. En Av. Boedo 873, el Bar Japonés era punto de encuentro de los escritores del Grupo Boedo –Roberto Arlt, Raúl y Enrique González Tuñón, Alvaro Yunque, etc-. Y por documentos comerciales, se supo que también existieron bares que se denominaban Mikado, Osaka, Kawaji y Japan y nos permiten adivinar el origen de sus propietarios.
“Allí se reunían los integrantes del Grupo Boedo, pero también los hinchas de Huracán”, acota Paula Fernández.
Roberto Arlt lo incluyó en su novela Los siete locos: "Cocheros y rufianes hacían rueda en torno a las mesas.(…) En otro rincón varios choferes de taxímetros jugaban a los naipes. El negro que se despiojaba miraba en redor, como solicitando con los ojos que el público ratificara su operación, pero nadie hacía caso de él. Erdosain pidió café, apoyó la frente en la mano y se quedó mirando el mármol”.
Se cree que Homero Manzi escribió Sur sobre la mesa de Café El Nippon, cuando aún era propiedad de los Azato.
Buenos Aires también tuvo el Bar Tokio y The Japan Bar (25 de Mayo 427), con billar, vitrola e incluso alguna orquesta. Prueba evidente del vínculo entre los japoneses y el tango.
Según pudo saberse a partir de un informe del Banco Interamericano de Desarrollo, “nuevas leyes laborales y nuevos impuestos aplicados al rubro gastronómico alejaron a los miembros de la colectividad japonesa de una actividad en la que habían sobresalido”.
Por eso, a partir de la década del sesenta, los japoneses comenzaron a dedicarse a la agricultura y floricultura, junto con otra actividad en la cual también fueron incomparables: la tintorería. Hubo muchas y lamentablemente ya casi desaparecieron.
“Arturo Frondizi fue el primer presidente argentino que visitó Japón en 1961 y firmó, en ese país, un Tratado de Emigración que contemplaba que ellos enviaran migrantes con oficios a cambio de brindarles en nuestro suelo argentino igualdad de derechos”, relata la especialista, fundadora y presidenta de BA Asia Tours, un nuevo emprendimiento que Paula Fernández comparte con Laura Tabara (Tabara Travel), Guía de Turismo y Lic. En Empresas Turísticas y Hoteleras.
Japoneses y el tango argentino
El vínculo entre los japoneses y el tango no sólo se gestó en Buenos Aires.
Durante las guerras mundiales, en Japón se prohibió escuchar jazz. En los años 20, el cantante Tsunayoshi Tsunami Megata -hijo de un diplomático y nieto de un samurai- viajó a París y allí aprendió a bailar tango en el Café El Garrón. En 1926 regresó a Tokio, pero se llevó varios discos grabados por Genaro Espósito y Manuel Pizarro y, con ese material, abrió una academia para enseñar gratis a bailar el tango entre los aristócratas japoneses.
En los años 40, también surgieron varios cantantes japoneses de tango y Noriko Awaya fue uno de los más populares, pero no el único.
En 1954, Juan Canaro fue la punta de lanza de las orquestas argentinas que recibían contratos de Japón y cuando Mariano Mores despuntaba el vicio con Cuartito azul, un contrato para componer letras para Japón le permitió recibir su primer sueldo importante: US$ 5.000.
Influencia japonesa en Argentina
Además del Centro de Cultura e Idioma Japonésa en Argentina (Finochieto 840), de la Asociación Japonesa en Buenos Aires (Av. Independencia 732) y de muchos otros organismos que difunden la cultura y el idioma de ese país archipielágico, mención especial merece el Instituto Nichia Gakuin.
Fundado en 1927, al Instituto Nichia Gakuin (Yatay 261) no asisten solamente ciudadanos japoneses, residentes o incluso sus descendientes, aunque ese fue el objetivo inicial de su creación. Con el lema “Respeto como premisa, trabajo como valor y el respaldo de una trayectoria”, la propuesta educativa de la institución despierta cada vez más interés entre los argentinos.
La escuela, que este año cumple 95 años en funcionamiento, está abierta incluso los sábados a la tarde y allí suceden cosas que en el siglo XXI parecen increíbles: constantes convocatorias a recordar la empatía, el respeto y la solidaridad a cada paso; la pulcritud personal; la responsabilidad social por la higiene de espacios –las aulas las limpian los mismos alumnos, al finalizar el horario de clases-; hacerse un ratito para cantar, hacer deportes, pensar; llevar a lavar la vajilla que se usó; y recordar que “ordenar facilita el bien común”.
Esas propuestas “extemporáneas” despiertan cada vez más interés entre los argentinos: el 70% del alumnado, de los inscriptos a los cursos del Coro Furusato (a cargo de Delia Mitsui) y a todos los talleres culturales de Nichia Gakuin no tienen una gota de sangre japonesa corriendo por sus venas. En junio, la institución ya no tiene más vacantes de inscripción hasta 2024. Casi todos los aspirantes son argentinos.
Sabores japoneses en Argentina
Los platos de Takehiro Ohno –la cara más famosa de la gastronomía japonesa en Buenos Aires- y las delicias de Mónica Semba, experta en pastelería Wagashi (perfecta combinación entre el “wa” –lo interno- y el “io” –lo de afuera-) podrían ser la síntesis perfecta de las tradiciones y la modernidad que los japoneses trajeron a nuestro país.
El Licenciado en Nutrición Takehiro Ohno llegó a Buenos Aires en 1997, impulsado por la lectura de la obra De los Apeninos a los Andes, de Edmondo De Amicis, y no se fue más. Su Tienda Ohno (Av. Juramento 2527 , Local 35) es la síntesis de todo lo que sabe hacer este honorable samurai de la gastronomía más refinada y exquisita.
A su turno, Mónica Semba es una maestra en dulces japoneses –consecuencia del ceremonial del té. Y en su lista de especialidades se suceden palabras y ensambles tan sorprendentes como sabrosos: Omanju (bollo al vapor relleno con dulce de porotos azuki) y Dorayaki de Matcha (panqueques rellenos de crema de te verde), entre muchos más que comparten el denominador común de acompañar, desde cualquier parte del mundo, la temporada floral de Japón en cada estación, con colores y sabores apropiados.
Los platos de Takehiro Ohno –la cara más famosa de la gastronomía japonesa en Buenos Aires- y las delicias de Mónica Semba, experta en pastelería Wagashi (perfecta combinación entre el “wa” –lo interno- y el “io” –lo de afuera-) podrían ser la síntesis perfecta de tradiciones y modernidad. La tradición del wagashi, que ella difunde en Argentina, es una delicatesen en extinción que incluso en Japón ya sólo se consigue en ciertas confiterías y panaderías.
El Jardín Japonés
Una nota sobre los inmigrantes japoneses en Buenos Aires no podría pasar por alto el Jardín Japonés, creado en 1967 como coletazo de la era Meiji.
“Cuando Japón se abrió al mundo en la era Meiji, en 1873, quiso participar en la Exposición Mundial de Viena junto a las grandes potencias. Su participación fue entonces con un jardín japonés que, de todos modos, no fue igual a los que construían adosados a sus templos”, explica Paula Fernández.
El Jardín Japonés de Buenos Aires se creó para recibir al entonces príncipe heredero del Japón, Akihito, y su esposa, Michiko, hoy emperadores de ese país. Sin embargo, actualmente recibe casi exclusivamente argentinos, además de turistas extranjeros.
Fue rediseñado en 1977 por el ingeniero paisajista Yasuo Inomata, replicando el modelo de los jardines zen. Hoy, está manejado por la Fundación Cultural Argentino Japonesa.
Para conocer más sobre la cultura japonesa en Buenos Aires, sería un buen camino sumarse a alguno de los tours temáticos de BA Asia Tours [email protected]