Con más de 24 toneladas de basura reciclada –botellas, latas y cartones–, se construye en Mar Chiquita la primera escuela 100% sustentable del país. “Genera energía eléctrica, recolecta agua de lluvia, utiliza residuos en la obra y tiene una huerta que produce alimentos. Estamos haciendo esta escuela porque el mundo se queda sin recursos y necesitamos cambiar la forma en que vivimos”, explica Martín Espósito, coordinador general de la ONG uruguaya Tagma, sobre la “earthship”, la escuela a la que asistirán más de sesenta niños de la primaria pública número 12.
El impulsor del proyecto es Michael Reynolds, un arquitecto estadounidense de la Universidad de Cincinnati, que creó el método de la “earthship” después de experimentar durante veinte años en Nuevo México. Cuando Espósito conoció esta iniciativa, lo invitó a replicarla en Sudamérica. Hicieron una primera escuela en Uruguay, y ahora están trabajando en Mar Chiquita. Calculan que la obra en Argentina estaría lista a mediados de abril.
“El edificio tiene un techo que junta 30 mil litros de agua que se recolectan en un tanque subterráneo, que se reutiliza hasta cinco veces; funciona con paneles solares y se mantiene todo el año a una temperatura de entre los 16 y 25 grados”, explica Espósito.
La Escuela Sustentable de Mar Chiquita será la segunda de Latinoamérica. La primera se construyó en Jaureguiberry, Uruguay, y se inauguró en 2016. “Cuando hicimos la escuela en Uruguay, tuvimos repercusión en todo el mundo y recibimos llamados de municipios argentinos interesados”, cuenta Espósito. Eligieron Mar Chiquita porque “tenía una necesidad concreta de un nuevo edificio, ya que el anterior lo compartía con una secundaria ubicada al costado de la Ruta 11, en una zona muy engorrosa para que los niños lleguen”.
La puesta en marcha del proyecto y la construcción de la escuela costó 450 mil dólares y fue financiada con el aporte de empresas privadas. En la obra participan 140 voluntarios –entre ellos un equipo que trajo el arquitecto Reynolds– y colabora la población local, que recolecta residuos desde hace meses. También participa la ONG argentina Amartya, que redactó un proyecto para que en 2020 la sustentabilidad forme parte del programa educativo público en Mar Chiquita.
Reynolds, quien está desde febrero instalado en Argentina, compartió con PERFIL su visión de este emprendimiento: “La manera de consumir del ser humano no es sostenible para el planeta. Por eso es tan importante esta escuela. Los niños incorporan conceptos fundamentales para sostener la vida. Los jóvenes son el motor del cambio que necesitamos”.