Desde Córdoba
En el año 1608 los primeros jesuitas llegaron a la ciudad de Córdoba que apenas tenía un puñado de años de vida y no más de 300 habitantes, en búsqueda de nuevos horizontes. Allí, en un terreno donado por las autoridades del Cabildo decidieron instalarse para continuar con su campaña evangelizadora y fundaron la Compañía de Jesús de Córdoba, que de a poco se instaló como uno de los centros jesuitas más fuertes del movimiento.
Hace pocos años fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, pero desde el pasado jueves, al rico valor histórico con que cuenta el lugar se le suma un nuevo hito, trascendental para la institución: fue el hogar del papa Francisco, el sitio donde vivió, estudió y ofició durante su paso por la ciudad mediterránea.
El por entonces sacerdote jesuita vivió en Córdoba en el año 1991 donde llegó para ejercer el cargo de director de la Compañía y confesor espiritual. Se alojó en la habitación número 5, uno de los cuartos más pequeñas y humildes de allí, donde permaneció durante un año y que hoy luce deteriorado. Al costado de la habitación luce un frondoso parque donde Bergoglio pasaba largas horas de estudio y meditación.
El “hermano” José Molina compartió con el entonces “padre Jorge” muchos momentos juntos en el edificio ubicado en plena peatonal cordobesa. En diálogo con PERFIL destacó su humildad. “A él no lo van a poder parar. Es muy especial. Cuando estuvo en Córdoba era común que estuviera en la calle, con la gente. Cuando no estaba en la compañía, uno sabía que estaba en una villa miseria, en un hospital o visitando presos en la cárcel” recordó. En un rincón de la antigua construcción se encuentra la Capilla Doméstica, edificada a mediados del siglo XVII. Allí era costumbre encontrarlo celebrando su misa en soledad, piadosamente. A pesar del incesante movimiento de las afueras, en el interior se respira un clima de tranquilidad y el silencio invade el espacio. “Estamos felices por Francisco. Esto sin dudas cambiará nuestra realidad por la cantidad de turistas que vamos a recibir para conocer el lugar donde vivió el Papa”.
Angel Rossi, director de la compañía también lo recuerda como un hombre dedicado a servir al prójimo. “Marcará el papado un estilo, que refleja cómo vive. De profunda oración y humildad. Es un hombre preparado y con una aguda inteligencia. Los humildes encontraron en él a un padre”, completó en declaraciones al diario local La voz del interior. Bergoglio abandonó la ciudad luego de su nombramiento como obispo en mayo de 1992, cuando Juan Pablo II lo designó obispo de la Diócesis de Auca y obispo auxiliar de la diócesis de Buenos Aires. Las autoridades eclesiásticas de Córdoba se ilusionan con la posibilidad de que visite la provincia, para presidir la ceremonia de beatificación del cura Brochero.