Una vuelta de tuerca a la tradición: de chocolate vegano –aptos también para quienes hacen dietas biomédicas–, tornasolados o, directamente, huevos de Pascua salados, para comer como entrada y no como postre. Estas variantes se suman a las opciones gourmet y más tradicionales de la golosina más compartida en Pascuas. Para Verónica Canelo, que bautizó a sus creaciones como Corazonquelate Quierechocolate, trabajar con chocolate fue el resultado de un cambio de rumbo: diseñaba ropa de cuero, pero en el Sur hizo cursos de cocina y empezó a incursionar en el veganismo. Usa chocolates orgánicos, puros –de Venezuela, Bolivia, Ecuador–, y los mezcla con azúcar orgánica y manteca de cacao. “Para muchos es la primera vez que comparten un huevo de Pascua, porque antes no encontraban”, dice. Los precios arrancan en $ 65 (70 g) hasta uno gigante, relleno de bombones de cassis y cerezas, por $ 270.
Con un toque original y glamoroso, el Almacén Ott College de Acassuso ofrece huevos de Pascua tornasolados, pintados con color oro, bronce, cobre y colorado. “Los trabajamos directamente sobre los chocolates. Se pintan a pincel o a guante, en forma manual, es ciento por ciento artesanal”, dice el chef Luciano García. Al público de esa zona, que define como “muy tradicional”, la propuesta los sorprendió y ya hacen pedidos anticipados.
Casi como una broma entre su socio y uno de sus cocineros, el chef Damián Shiizu, de Kokoro Sushi, armó huevos de Pascua hechos de arroz de sushi, rellenos con centolla y queso Philadelphia y panko (pan rallado japonés), pero decorados igual que los de chocolate, con flores y adornos.
“Vendemos la porción de a seis o media de a tres, para comer de un bocado. La gente se enganchó y los pide para llevar de entrada”, cuenta el cocinero.
