Los estudios que muestran la desigualdad de salarios entre mujeres y varones que se desempeñan en los cargos más altos de las empresas son una expresión de la discriminación que aún enfrentan las mujeres en el empleo. Si aun las mujeres con los mayores privilegios (en términos de acceso a la educación y al empleo formal calificado) reciben un trato discriminatorio, no sólo por los obstáculos que dificultan su llegada a esos cargos, sino también por el pago que reciben, qué queda para las mujeres de mayor vulnerabilidad.
Las mujeres siguen estando sobrerrepresentadas en el empleo informal y de tiempo parcial. La pirámide jerárquica en casi todas las ocupaciones encuentra cada vez menos mujeres a medida que se asciende. Mientras que en la Legislatura las leyes de cupo favorecieron el ingreso de más mujeres, su acceso a los cargos de dirección sigue siendo una excepción. En el sindicalismo, ni la ley de cupos logró romper la homogeneidad de las fotos que muestran varones en la mesa de negociación.
¿Cómo explicar este fenómeno en áreas tan diversas como el espectáculo, las empresas, la política? Una explicación es la desigual distribución del cuidado de niños y personas en situaciones de dependencia. Si las políticas públicas asumieran la centralidad del cuidado para la organización de la vida cotidiana se podría trabajar para superar no sólo las desigualdades de género, sino también socioeconómicas.
*Directora ejecutiva de ELA(Equipo Latinoamericano de Justicia y Género).