El cardiólogo Diego Cabrera Argaña declaró este jueves en el juicio oral y público por la muerte de Débora Pérez Volpin que "ni el endoscopista ni la anestesista pudieron explicar por qué ingresó en paro cardíaco". El profesional precisó que ni bien ingresó al lugar vio a la víctima en un "estado catastrófico" y que consideraba que ya no tenía chances de vivir.
Según declaró, Cabrera Argaña fue el segundo cardiólogo que ingresó al quirófano y cuando entró, la periodista ya estaba muerta y "llena de aire por todos lados". Además, estimó que las tareas de reanimación duraron aproximadamente 45 minutos hasta que declararon a la legisladora porteña como fallecida.
Luego hablo antre el tribunal la primera cardióloga que ingresó al quirófano, Agustina Ramos, quien hizo las tareas de reanimación y asumió -según dijo- "el liderazgo" del equipo en ese momento mientras vio que la anestesista Nélida Puente le colocó a la periodista una máscara laríngea para intentar reanimarla.
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"Al ver que no tenía pulso, comencé con las tareas de reanimación", relató Ramos ante el juez Javier Anzóategui luego de responder preguntas de la querella, las defensas, de la fiscal y el propio juez.
La profesional recordó que una vez que Pérez Volpin fue declarada fallecida, fue a ver a Puente, que estaba descompensada, y se cruzó con el endoscopista Diego Bialolenkier, quien le dijo que "no entendía qué había pasado porque había actuado correctamente". También coincidió en que conforme avanzaban las tareas de reanimación, el cuerpo de Débora se hinchaba y asumía un color azulado.
Por otra parte, Roberto Martingano, director Médico de la Clínica de la Trinidad, aseguró que Pérez Volpin tenía enfermedades preexistentes, y mencionó "epilepsia", una "amnesia global transitoria" y una "lesión hepática".
Según explicó, la periodista tuvo dos internaciones en el sanatorio previas a la intervención con desenlace fatal del 6 de febrero de 2018 cuando fue por una endoscopía y murió de un paro cardiorespiratorio.
"Tuvo internaciones previas", dijo Martingano y citó una por pérdida de conocimiento en la que le diagnosticaron "epilepsia", y otra por "amnesia global transitoria".
Además, dijo que previo a la tercera internación que derivó en la muerte, Débora Pérez Volpin hizo consultas externas y que a la tarde del 6 de febrero se internó afectada por un "fuerte dolor estomacal".
"La noche anterior le dieron morfina porque los medicamentos normales no le hacían efecto", declaró el Director Médico, quien afirmó que el dolor abdominal era "tan intenso que no era común y que no lo calmaban los analgésicos comunes".
También dijo que en 2014 Débora Pérez Volpin se había hecho una endoscopía y el diagnóstico fue una "hernia hiatal".
Cuando la querella, a través de su abogado Diego Pirota le preguntó si "estaba contraindicada la realización" de la videocolonoscopía ante el cuadro que él expuso de su historia clínica, respondió: "entiendo que no".
Además, reconoció que la periodista tuvo un paro cardíaco que "no sabían cómo se había producido" ni tampoco al día de hoy, pese a haber transcurrido 17 meses y con autopsia de por medio.
Al día siguiente del fatal desenlace, Martingano recordó que llamó a una reunión a la anestesista Nélida Puente y al endoscopista Diego Bialolenker: "El endoscopista vino con su abogado y la anestesista primero me dijo que estaba fuera de Buenos Aires, y luego me dijo que sus letrados le dijeron de no concurrir".
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También dio respuestas el Director Médico sobre el endoscopio utilizado y porque la querella considera que el equipo entregado a la Justicia es otro. En ese sentido, recordó que él ordenó precintar el endoscopio y resguardarlo bajo llave, y que tres días más tarde la Justicia secuestró ese mismo equipo: "me dicen que funcionaba bien", apuntó.
La querella insistió y dijo que el número de serie del endoscopio estaba borrado a lo que el director afirmó no saber por qué el procesador tenía esa característica.
Pérez Volpin falleció el 6 de febrero de 2018 mientras le practicaban un estudio endoscópico de baja complejidad en el Sanatorio de la Trinidad, en el barrio porteño de Palermo. La pericia determinó que la muerte ocurrió por una perforación instrumental del esófago, que no se detectaron patologías preexistentes, y que las lesiones del estómago encontradas fueron consecuencia de las maniobras instrumentales y de la reanimación cardíaca que se le practicaron. Por su muerte, el endoscopista Diego Bialolenkier y la anestesista Nélida Inés Puente, están acusados de "homicidio culposo".
MS/ CP