El Hospital de Niños de La Plata "Sor María Ludovica" brindará por primera vez, en sus 127 años de historia, un tratamiento inhibidor de hormonas a un niño transgénero, de 13 años, tras oír el reclamo de la familia del menor, que necesita adecuar su cuerpo a su identidad autopercibida tal como prevé la ley nacional de Identidad de Género.
El director Ejecutivo del centro de salud, José Pujol, precisó: "Se hará el tratamiento en este hospital; es la primera vez que se hará y por ello consultaremos al Hospital General de Niños Pedro de Elizalde (de la ciudad de Buenos Aires), que tiene más experiencia".
Las autoridades de la institución pediátrica se reunirán con los padres del menor, llamado Gonzalo (nombre que responde a su identidad autopercibida) para brindarles detalles de cómo se le proporcionará el tratamiento que inicialmente se habían negado a realizar. Los familiares del niño contaron que debieron sortear múltiples obstáculos para conseguir atención médica, según consignó la agencia Télam.
La lucha. Mauro Alarcón, papá del niño, contó que su hijo "está viviendo su identidad más o menos desde hace 7 meses con nosotros, aunque en las redes y con sus amigos salió del clóset antes, como él dice".
El hombre publicó en redes sociales, antes de la aceptación del hospital, una carta donde relataba las trabas que ponían en el lugar para no atenderlo. El texto, tilulado 'Los derechos de Gonzalo', remarca: "Desde que nuestro hijo pudo poner en palabras su identidad, desde que lo acompañamos a vivir como quién es, fuimos capaces de transformar nuestra realidad más cercana para hacer un mundo más amable para él".
La carta completa:
"Acá no lo vamos a atender". La frase nos cayó como un martillazo de realidad. Somos Susana y Mauro, papás de Gonzalo, un niño Trasngénero de 12 años. Desde que nuestro hijo pudo poner en palabras su identidad, desde que lo acompañamos a vivir como quién es, fuimos capaces de transformar nuestra realidad más cercana para hacer un mundo más amable para él.
La familia, la escuela, sus profesores y compañeros, el Conservatorio y algunos médicos pudieron modificar su mirada, sus registros, sus costumbres, para darle un lugar en el que se sintiera seguro y respetado.
No fue fácil de construir: en cada caso tuvimos que abrir el camino, hablar con muchas personas, apropiarnos de la LEY DE IDENTIDAD DE GÉNERO, difundirla, sensibilizar y convencer.
En muchos casos nos cruzamos con personas que por miedo, ignorancia o convicción prefirieron no ayudarnos. Pero por suerte también, de a poco, fuimos encontrando gente que supo ponerse en nuestro lugar, ponerse en el lugar de Gonza y dar lo mejor de su humanidad para resolver inconvenientes que surgieran.
Como padres, elegimos atender a Gonza y a su hermana en el Hospital de Niños de La Plata desde que nacieron. Su pediatra de cabecera trabajó ahí hasta jubilarse, y también trabajan ahí todos sus médicos especialistas. Es nuestro hospital de referencia ante cualquier emergencia.
Por eso cuando nos vimos en la necesidad de llevar adelante el tratamiento de Gonzalo con inhibidores hormonales, el primer lugar al que decidimos recurrir fue el Hospital. Y por eso la negativa nos duele tanto.
Nos duele porque confiamos en el hospital, en el nivel de sus profesionales, en su compromiso. Nos duele porque nos sentimos parte de la comunidad. Nos duele porque sabemos que el hospital de niños es la mejor opción para velar por la salud de nuestro hijo, y vemos que le cierran la puerta por su condición de género.
Nos duele porque la negativa a atenderlo se repite en cada reunión con los médicos, los directivos del hospital, los responsables del área de género del ministerio de Salud. Nos duele porque cada vez que hablamos nos dicen que nuestros argumentos son válidos pero la respuesta es no.
Las excusas del hospital se repiten: es el primer caso, no estamos preparados, no tenemos equipo, no tenemos experiencia, el servicio de salud mental no tiene la capacidad, vuelvan el año que viene cuando el hospital esté listo.
Pero no es el primer caso, muchos chicos trans se atendieron y se atienden en el hospital de niños usando el nombre de su DNI, soportando la violencia de ser nombrados en un género que no corresponde, naturalizando esa violencia para poder atenderse.
Creemos profundamente que los equipos no se arman rechazando pacientes. Y que el servicio de salud mental sólo es indispensable si tenemos una visión patologizante de las infancias trans.