Incidentes, destrozos, saqueos y enfrentamientos con la Policía se produjeron ayer en la estación Constitución, en medio de un corte de vías del tren Roca por parte de trabajadores tercerizados. La gravedad de los hechos fue tal que la presidenta Cristina Fernández suspendió hasta hoy su viaje a Santa Cruz y ordenó al secretario de Transporte, Juan Pablo Schiavi, que realice una denuncia penal contra responsables de la protesta. En principio, aunque no oficialmente, las miradas apuntan a militantes del Partido Obrero, que horas antes había salido a cuestionar la presunta falta de cumplimiento de las promesas oficiales de incorporar a los trabajadores tercerizados a la planta permanente del Roca.
Lo cierto es que, haya sido quién fuere el culpable, hubo 7 horas sin servicio del Roca en un día asfixiante, situación que llevó los ánimos a un punto explosivo, generando el ámbito propicio para que luego los violentos provoquen enormes daños y saqueos en la estación. En medio de esa locura colectiva, grupos de jovenes la emprendieron contra negocios cercanos, destrozando vidrieras y llevándose cuanto podían cargar. Hay que decir que la policía, a tono con el discurso oficial, recién apareció en escena cuando los incidentes ya habían dejado grave saldo. Según anunció Schiavi, desbordado por la situación, el servicio del Roca recién quedaría restablecido recién en horas de la madrugada.
Al menos una veintena de personas -una de ellas de gravedad y ocho policías-, terminaron con heridas y diversas contusiones, mientras que otras 34, la mayor parte de entre 18 y 30 años, fueron detenidas en medio de la batalla campal que comenzó poco antes de las 18 y se prolongó durante casi hasta las 20. Todo comenzó cuando un grupo de unos veinte jóvenes -casi todos con gorritas, la cara cubierta y mochilas- comenzaron a arrojar piedras, botellas y todo elemento contra los pocos policías presentes y a destruir las instalaciones, montándose en la bronca de miles de usuarios que esperaban desde hacía horas poder viajar.
El descontrol y la virtual ausencia de personal policial permitió a los revoltosos no sólo destruir partes de la estación, sino también saquear locales comerciales anexos. Un negocio de ropa deportiva fue directamente devastado, mientras muchos otros sufrieron la rotura de vidrieras. Ese fue el final, pasadas las 18, de un corte de vías que había empezado a las 11, y que era motorizado por trabajadores tercerizados y militantes del Polo Obrero, para pedir por la reincorporación de despedidos y el pase a planta permanente de cientos de empleados. De ese partido era el militante Martín Ferreyra, quien murió el 20 de octubre, en medio de otra protesta y de un choque con gremialistas de la Unión Ferroviaria en otro corte de las vías del Roca.
A raíz de los incidentes, varias personas, entre ellas una mujer embarazada, resultaron heridas, e incluso debió apelarse a colectivos para trasladarlas a los centros asistenciales, porque los manifestantes impedían la llegada de las ambulancias arrojándoles toda clase de objetos. Según indicaron fuentes del Ministerio de Salud porteño, uno de esos heridos, un hombre de unos 60 años, ingresó en grave estado al Hospital Argerich, con traumatismo de cráneo y pérdida pérdida de conocimiento".
Además, una mujer de 55 años con "una crisis nerviosa" fue trasladada por el SAME al mismo centro asistencial del barrio porteño de La Boca. Fuentes policiales precisaron, en tanto, que a raíz de los incidentes, al menos 34 personas fueron detenidas. La tardía irrupción de la Guardia de Infantería intentó restablecer el orden, se generaron corridas en los alrededores de la terminal ferroviaria y hubo violentos enfrentamientos con los jóvenes, que lanzaban piedras a los efectivos.
La protesta recién pudo disiparse completamente casi una hora más tarde, cuando los carros hidrantes lanzaron un líquido azul y algunos gases lacrimógenos, tanto al grupo más enardecido como a los usuarios que esperaban un colectivo para regresar a sus hogares tras la jornada de trabajo, imposibilitados de viajar en tren. Los incidentes se habían iniciado con pedradas contra las cortinas cerradas de la terminal ferroviaria y tras forzar uno de los acceso ingresaron al hall de la estación, donde incendiaronlo que encontraban a su alcance.
Los manifestantes destruyeron a golpes y patadas cabinas de teléfonos y otras instalaciones de la terminal, mientras muchos arrojaban envases de botellas traídas de un local que habían saqueado poco antes. Algunas horas después y cuando la calma parecía haberse restablecido definitivamente, nuevas corridas alteraron el clima en la zona, aunque la rápida actuación de la policía, que detuvo a varias personas, terminó definitivamente con la violencia. El panorama en Constitución, a las 22, era sencillamente desolador.
Fuente: DyN.
