Algunos tienen sonrisas amplias, en las que muestran mucho los dientes y se achinan los ojos. Otros inclinan levemente los labios, casi sin separarlos, creando sonrisas tímidas que podrían pasar inadvertidas.
Las sonrisas son uno de los gestos más característicos de las personas, por su capacidad de identificar en ellas rasgos definitorios de la personalidad. La alegría y el orgullo son manifestaciones de la felicidad, aquel sentimiento máximo que puede representarse a través de una sonrisa. Pero, ¿cómo diferenciar cuando esa alegría proviene de un sentimiento puro y sincero y cuando lo hace de uno negativo, como la venganza o la soberbia?
Para el antropólogo y experto en comunicación no verbal Sergio Rulicki existen dos grandes tipos: las de “alegría sentida” y las que expresan un amplio espectro de emociones, como las afiliativas, burlonas, de grata sorpresa, de resignación, de orgullo narcisista. Rulicki, autor del libro Detective de sonrisas, plantea 18 categorías diferentes que conforman el “Atlas de las sonrisas”.
“En la vida cotidiana, lo más habitual es sonreír como forma de comunicación social, ya que usamos estos gestos para transmitir buenas intenciones, mostrar complacencia, apaciguar a los demás, regular los turnos del diálogo, burlarnos y mostrar dominancia. También es utilizado para enmascarar nuestras emociones negativas de tristeza, temor, ira o asco”, explica Rulicki.
Tipología. ¿Qué diferencia una sonrisa de otra? En el caso de las de alegría sentida, el autor explica que su principal característica es “la elevación simétrica de las comisuras de la boca, en conjunción con las arruguitas que aparecen al costado de los ojos”. Es decir, las famosas “patas de gallo”, que los más coquetos buscan esconder con el paso de los años. La sonrisa del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, es una de las más representativas de este tipo. La amplitud de su sonrisa –en la que muestra las dos hileras de dientes– da cuenta de una emoción de alta intensidad.
Otro ejemplo característico es el de Máxima Zorreguieta, la argentina reina de Holanda, que supo conquistar con su simpatía a todo un país. Su gran sonrisa, cada vez que aparece en público, es una de sus armas de seducción. “Implica que disfruta de su rol y que lo asume con gran cordialidad. También es señal del intenso orgullo que siente por haber alcanzado semejante posición”, dice Rulicki.
Por el contrario, cuando las comisuras de la boca se elevan de forma asimétrica y las “patas de gallo” no aparecen se está frente a un caso de una sonrisa de enmascaramiento, que busca ocultar o disimular emociones negativas como la tristeza, el enojo o el miedo. Tal sería el caso del conductor Marcelo Tinelli, cuya expresión no siempre es de alegría sentida. Para el antropólogo, Tinelli utiliza las sonrisas para tratar de evitar que los demás perciban las ocasiones en las que no se siente bien. Es un rasgo común a muchos ídolos populares.
La actriz de Hollywood Angelina Jolie, cuyos prominentes labios son uno de sus rasgos más característicos, es portadora de una sonrisa “inauténtica”, aunque en su caso se debe más a una cuestión profesional. Su constante exposición la obliga a forzar una sonrisa, pero de alegría fingida.
¿Qué tienen en común la presidenta Cristina Kirchner y el papa Francisco? Ambos tienen una sonrisa de categoría “afiliativa”, donde los rasgos de alegría se manifiestan en una intensidad menor y son más apaciguados, aunque generan empatía con las personas que los siguen. Para el experto, la Presidenta “expresa el deleite que siente por estar rodeada de sus seguidores, aunque también con ese gesto podría estar reprimiendo impulsos agresivos ”. Francisco, en cambio, se muestra tranquilo, cordial y accesible.
Y siguiendo con el juego de comparaciones, el autor reúne a Jorge Lanata, Mauricio Macri y Carlos Gardel en un mismo equipo. Cada uno con sus variantes, los tres comparten características de la sonrisa unilateral, el tipo que más representa a los argentinos. “Son aquellas en las que una comisura se eleva más que la otra. Se trata de las típicas sonrisas de “canchero” o de “viveza criolla”.
La sonrisa del jefe de Gobierno porteño se trata de una manifestación de orgullo, en la que se desliza un componente narcisista. En el caso del periodista tiene una sonrisa leve, apenas sugerida, que, según Rulicki, dicha con palabras podría traducirse por la frase “¿a mí me la vas a contar?”.
De Gardel a la Gioconda
Dos casos emblemáticos de sonrisas famosas son las de la Mona Lisa y Carlos Gardel. En el caso de la Gioconda de Leonardo Da Vinci, el misterio que se esconde en torno a ella ha hecho que durante años miles de personas se dedicaran a estudiarla y descifrarla, así como miles de turistas se acercan a apreciarla al museo del Louvre, donde descansa.
“La sonrisa de la Mona Lisa es unilateral y levemente despectiva. Su poder de seducción radica en que nunca te mira de frente, y cuando te movés te mira desde un lugar superior, donde te somete de manera leve sin que puedas resistirte”, explica Rulicki. Por su parte, Gardel posee una sonrisa con rasgos narcisistas que para el autor es representativa del carácter nacional, a la que define que expone un cierto grado de “viveza criolla”.
Sin embargo, su “mirada nostálgica, de añoranza, atempla los efectos de la unilateralidad de la sonrisa y la vuelve más amigable”.