El mundo interior de Celedonio Lohidoy ha de ser un laberinto de imágenes bellas y mágicas que mezclan la naturaleza y la invención. Su departamento refleja un espíritu creativo, hipersensible, donde cada objeto es una búsqueda, una sensación y un anhelo.
Su pasión por Africa y el hechizo de lo esencial así como la fascinación por los bosques encantados y los objetos fetiche son manifiestas. Allí están las réplicas de faros marítimos en bronce y una esfera negra, su favorito, que simboliza el principio y el fin, el misterio.
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