SOCIEDAD
Semana Santa

El Papa faltó al viacrucis pero habló de los odiadores de las redes sociales

El Sumo Pontífice anuló a último momento su participación, en un contexto de preocupación por su debilitada salud. El Vaticano explicó en un comunicado que la decisión se tomó “para preservar su salud en preparación para la vigilia y la misa del domingo de Pascua”. Por primera vez, Francisco escribió las meditaciones en las que expuso una fuerte crítica a los odiadores y condenó “la locura de la guerra”. “Basta un teclado para insultar y publicar condenas”, indicó.

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Viernes santo. Francisco presidió la misa en la Basílica de San Pedro. Llegó en silla de ruedas junto a los obispos y cardenales. | vatican news

El papa Francisco no participó del tradicional viacrucis que se llevó a cabo en el Coliseo de Roma por cuestiones de salud (tiene problemas de movilidad y respiratorios),  pero igualmente expuso una fuerte crítica a los odiadores de las redes sociales en las meditaciones que él mismo escribió.

“Hoy basta un teclado para insultar y publicar condenas”, aseguró el Sumo Pontífice en el texto que fue leído durante las catorce estaciones. El último papa que escribió las meditaciones fue Juan Pablo II, en 2003, dos años antes de su muerte.

Francisco, de 87 años, anuló a último momento su participación, en un contexto de preocupación por su debilitada salud. “Para preservar su salud en preparación para la vigilia de mañana (por este sábado 30 ) y la misa del domingo de Pascua, el papa Francisco seguirá el viacrucis del Coliseo desde la residencia de Santa Marta”, explicó el Vaticano en un comunicado.

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En el texto que acompañó el viacrucis, cuya tradición recoge la persecución que sufrieron los primeros cristianos por el Imperio Romano, el Papa denunció la “locura de la guerra” y se refirió así a los “rostros de los niños que ya no saben sonreír” y el de las madres “que los ven desnutridos y hambrientos y no tienen más lágrimas para derramar”.

“Por tu cruz nos has hecho a todos uno: mantén a los creyentes en comunión, infunde sentimientos fraternos y pacientes, ayúdanos a colaborar y a caminar juntos; mantén a la Iglesia y al mundo en paz”, indicó el líder de la Iglesia católica.

Francisco manifestó también que el tiempo actual es “despiadado” y condenó la locura de la guerra. “Tú, tierna y fuerte, úngenos con mansedumbre; deshaz las resistencias del corazón y los nudos del alma”, indicó en el escrito que fue adelantado por el Vaticano.

Para Francisco es posible ver a Jesús crucificado “en los cristianos humillados por la arrogancia y la injusticia, por las ganancias injustas obtenidas sobre la piel de los demás en la indiferencia general”.

En otra de las estaciones recordó la insistencia de Jesús en identificarse con los más necesitados: “Tú, encarcelado; tú, extranjero, conducido fuera de la ciudad para ser crucificado; tú, desnudo, despojado de tus vestidos; tú, enfermo y herido; tú, sediento en la cruz y hambriento de amor. Déjame verte en el sufrimiento y déjame ver el sufrimiento en ti, porque tú estás ahí, en los despojados de dignidad”.

Pasión del Señor. Horas antes de la celebración, Francisco presidió el servicio religioso del Viernes Santo en la Basílica de San Pedro. Allí, el Pontífice, de 87 años, llegó a San Pedro en silla de ruedas, junto a cardenales y obispos. 

Francisco oró en silencio ante el Altar de la Confesión, sobre la tumba de san Pedro, frente a un crucifijo cubierto por una tela púrpura. 

Mientras, el cardenal Raniero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, pronunció una profunda reflexión sobre el poder del gesto de Jesús: “Reducido a la impotencia más radical en la cruz, continúa amando y perdonando, sin condenar jamás. ¡Qué lección para nosotros que, más o menos conscientemente, siempre queremos destellar! ¡Qué lección especialmente para los poderosos de la tierra! Para aquellos entre ellos que no piensan ni remotamente en servir, sino solo en el poder por el poder”.

Cantalamessa recordó que Jesús sigue dirigiéndose al hombre actual, a “ancianos, enfermos y solos”, a quienes “el mundo deja morir en la pobreza, el hambre, bajo las bombas o en el mar”, a quienes “languidecen en una celda” por su fe o a las mujeres “víctimas de la violencia”.