Agustina Galván tiene 19 años. En marzo, su vida tuvo “un antes y un después”, como ella define al momento en que decidió someterse a una cirugía estética y agrandarse el busto. “No tenía nada”, dice, casi como si buscara una justificación a esa decisión que tomó, que muchos podrían considerar apresurada. Pero que ella, dice, quiso desde siempre. “Fui con mi mamá a la entrevista, me hice todos los estudios y me operé”, cuenta.
Su caso es el de muchas sub-20 que pasan por el quirófano para modificar alguna parte de sus cuerpos, con la que no están conformes. La nariz, el busto y la liposucción, son las tres intervenciones más requeridas por este target, que representa un 10% de las consultas que reciben los cirujanos plásticos consultados por PERFIL. Un implante de mamas puede costar entre $ 25 mil y $ 40 mil. Una operación de nariz, entre $ 15 mil y $ 25 mil. Y una lipoaspiración entre $ 25 mil y $ 30 mil.
La tapa de la revista Gente, con la nueva imagen de Charlotte Caniggia, puso el tema en debate. A sus veinte años, la hija de Mariana Nannis, reveló que se puso 130 de busto (un implante de siliconas de 600 centímetros cúbicos), se lipoaspiró las rodillas y la cintura, y se retocó la nariz. El resultado, una nueva Charlotte. “Más madura”, dice. Las críticas no tardaron en llegar. Entre sus justificaciones, la joven sostuvo que quería parecerse a una muñeca Barbie, cuyas curvas están más que alejadas de la realidad. En ese sentido, su cirujano, Alberto Ferriols, explica que ella llevó fotos “tipo Baywatch”, y que el cliente es el que tiene la última palabra, siempre. Aunque admite que las jóvenes tienen complejos y es necesario orientarlas.
“Es raro que digan que se sentirán más maduras, pero si les brinda más seguridad. Hay que evaluar el cuerpo, la piel, la elasticidad y aconsejarle una medida que les vaya bien”, opina el cirujano plástico Rolando Pisanú. Para Agustina, que se puso 95 de busto, eso es cierto: “Te cambia todo el cuerpo y la ropa te queda mejor, sos más observada. Yo me siento más segura”, dice. Mercedes, una estudiante de abogacía, que a los 23 años se operó la nariz, también lo cree: “Para mí fue positivo, hubo un cambio en mi autoestima”, recuerda.
“Proporción y armonía”, son para el cirujano cosmético Julio Ferreira, las dos reglas básicas de la cirugía estética. En su experiencia, a los 18 años, las chicas ya empiezan a consultar por un aumento de busto, aunque cree que “hay que tener un criterio en cuanto a la edad, porque son adolescentes y adolescen de algo que es su esquema corporal, y muchas veces traen una imagen distorsionada. No hay que subirse a la fantasía de los pacientes”. En ese punto, Graciela Aguirre, cirujana plástica y médica legista, alerta que “es importante conocer si la motivación es propia o si es generada por un tercero, como los padres, los amigos o los novios”.
Que a los quince años, una chica elija una operación de busto a una fiesta o un viaje es algo que muchos consideran un “mito”, pero que otros no descartan. La presión social y los estereotipos actuales muchas veces conducen a este tipo de deseos, explica el cirujano plástico Sergio Korzín, en lo que denomina el “efecto Charlotte”.
Omar Lebus, cirujano plástico de Ricardo Fort, entre otros, explica que hay edades para cada operación. Entre los 15 y los 18, la mayoría de las chicas consulta sobre operaciones de nariz. A los 19, empiezan a preocuparse por las mamas. Y a los 20, por la lipoaspiración. “Cada cirugía tiene su edad, y siempre conviene esperar el desarrollo corporal, prestando atención a las características psicólogicas y de madurez de las chicas. A veces es un capricho y no están preparadas”, advierte.
Algunas de las consecuencias que podrían tener chicas que se realicen una operación como la de Charlotte, son problemas de columna por el exceso de busto y probablemente deban volver a operarse si en algún momento deciden ser mamás y amamantan a sus bebés.