Lo primero que hizo fue tirar una lata de gas. Y enseguida empezó a disparar. Las personas que asistían al estreno mundial de la última saga de Batman, en Denver, Estados Unidos, pensaron que todo eso era parte del show. Pero no. Esa noche James Holmes se ganó un lugar de privilegio en la galería del terror norteamericana: mató a doce personas e hirió a unas sesenta.
Federico Pacheco, un joven salteño de 18 años, siguió de cerca el caso y con el tiempo se convenció de que él podría hacer lo mismo en la ciudad de Orán. Según los investigadores, la masacre del pasado 20 de julio actuó como disparador en el ataque que llevó a cabo el último jueves, y en el que baleó a un policía. “Pacheco contó que veía mucha televisión y navegaba por internet. Lo que pasó en el cine y otros casos que son más frecuentes allá lo inspiraron”, reconoció a PERFIL un vocero vinculado a la causa.
Según pudieron reconstruir los investigadores, el tirador le compró el rifle a Ismael Cadil, un presunto traficante de armas, quien además le vendió dos cargadores con veinte cartuchos y una caja con cincuenta proyectiles.