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El video de Thelma Fardín incomoda porque es profesional

Un detalle del guión resplandece; es el rol genial de la frase “Mirá cómo me ponés”.

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Apoyo. Thelma con el equipo que la ayudó a realizar el video. | instagram

El relato filmado de Thelma Fardin es una puesta en escena, porque contar que te violaron es poner el cuerpo en escena de manera radical. Para denunciar a su compañero de telenovela no usa el lenguaje documental (más ligado a la producción de “verdad”: sin filtros de color, con fotografía natural), no: el estilo del video pertenece al mundo de donde surge esta historia: el melodrama, la telenovela. Thelma mira a cámara entre luces azules y se muerde el labio; es tan dramática como encantadora. Sabe que la espera un alud de acusaciones: tiene que actuar mejor que nunca, necesita que le crean.

¿Qué tiene que hacer una chica para que le crean? Sin pruebas, sin poder jamás expulsar la duda, es la palabra de ella contra la de él; en la era de la posverdad esto se convierte en un duelo de actores.

Darthés contraataca. Ojeroso, la garganta apretada, indignado en su cocina; es un hombre de su casa. Encarna al varón común, víctima de la nueva horda cortapitos. Es un actor revelación. Thelma y Darthés generan una telenovela nueva que polariza a la audiencia. Un bando no duda de Thelma (este incluye al Presidente, tuitero veloz), y el otro señala que solo se es culpable después de que la Justicia se expida, aunque en rigor el principio de inocencia atañe sólo al juez, y la sociedad puede creerle a quien le dé la gana.

MiraComoNosPonemos: la denuncia de Thelma Fardín marcó un boom en las redes sociales

¿Puede una mujer teatralizar su propia violación? ¿Tiene derecho a ponerle telenovela a la atrocidad? El espectáculo del dolor es más creíble que la enunciación fría y despojada, esa convención que vendría a ser el estilo de la verdad. Y más efectivo: las denuncias al 144 aumentaron más del 200%, mientras las mujeres de la farándula se contagian y cuentan sus libretos ocultos. La historia de las mujeres está construida de silencios, medias palabras y furia interior.

Thelma llevó el guión escrito en el cuerpo, aunque durante años intentara enfriarlo, negarlo. Porque hablar no basta: se trata de actuar la toma de la palabra, darle un nuevo libreto al cuerpo. El video incomoda porque es profesional, hace lo que las actrices saben hacer: no solo salir divinas en la cámara, si no usarla para decir algo nuevo. El espectáculo es el terreno por excelencia donde la mujer toma la palabra contra la sociedad. Todas tenemos que ser actrices para señalar una injusticia o para enfrentar un hecho del pasado que nos duele y persigue.

Algo se cuela. Mas allá de las actuaciones y los bandos que escoja cada uno (satisfacciones de la posverdad: cada uno puede ser feliz con su versión del mundo), un detalle del guión resplandece. Es el rol genial de la frase “Mirá cómo me ponés”. Ese susurro íntimo, convertido en burla masiva, es un acto de autoconocimiento: el Leviatán Mujer quiere saber cómo se pone cuando juega a ser un torbellino en espiral, una oreja gigantesca formada por voces. Cuando no es más yo, sino nosotras.