SOCIEDAD
FOTOS / TESTIGO DE LOS "VUELOS DE LA MUERTE"

Skyvan PA-51, el avión desde el que Madres de Plaza de Mayo y las monjas francesas fueron arrojadas al mar

En diciembre de 1977, Azucena Villaflor, María Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga, junto a las francesas Leonie Duquet y Alice Domon, fueron salvajemente arrojadas desde este avión al Mar argentino, por orden de Alfredo Astiz.

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Skyvan PA-51, uno de los aviones utilizados en los "vuelos de la muerte" durante la última dictadura | AFP

La vicepresidenta Cristina Kirchner y el ministro de Economía y flamante precandidato a presidente, Sergio Massa, se mostrarán, por primera vez, en un acto conjunto tras la oficialización de las listas de Unión por la Patria. La foto tendrá lugar durante el acto por la recuperación del avión Skyvan PA-51, utilizado para los "vuelos de la muerte", en la Aeroestación Militar del Aeroparque Jorge Newbery.

Este avión fue utilizado para arrojar con vida al Mar Argentino a un grupo de 12 personas el 14 de diciembre de 1977, incluyendo a las tres Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, María Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga y a las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon. El avión fue comprado por un empresario estadounidense que conservó las piezas originales y conservado hasta hace unas semanas en un hangar en Dekalb, cerca de Chicago.

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Cristina Kirchner presenta un avión de los "vuelos de la muerte" en el primer acto de campaña con Sergio Massa

El propietario conservó la documentación de vuelo original desde que el avión estaba en Argentina en la década de 1970. El SC7 Skyvan Series 3 de matrícula PA-51 es un avión utilitario con características STOL (para despegues y aterrizajes cortos), de fabricación inglesa. Otros dos aviones Skyvan utilizados para los vuelos de la muerte se conservan en Reino Unido y Luxemburgo.

Apodado "Caja de zapatos voladora", es un monoplano bimotor completamente metálico con un plano de cola montado en la mitad y timones gemelos. El primer vuelo de la aeronave construida por Short Brothers fue el 17 de enero de 1963. Tiene una capacidad para 19 pasajeros y dos tripulantes y en 2007 lo usaba una empresa de correos entre Bahamas y Fort Lauderdale. Más tarde se mudó a Phoenix para los vuelos de paracaídismo.

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El piloto comercial y cineasta Enrique Piñeyro analizó la documentación disponible y descubrió entre 10 y 15 vuelos sospechosos realizados por este avión y llevó la denuncia a la justicia. "El avión es una cabina sin puerta. Tendrá seis, siete metros. Ahí apilaban todos los cuerpos semi anestesiados con pentotal, con un cinismo lo llamaban 'Pento-naval'. Es una cosa espantosa. Cuando vos mirás esa caja, ese avión, decís: ¡Dios mío, lo que debe haber sido esto!", describió Piñeyro.

"El avión es algo tenebroso para nosotros, pero habiéndolo encontrado e identificado no podemos permitir que siga volando", dijo Mabel Careaga, hija de Esther Ballestrino y una de las impulsoras de la repatriación del aparato que perteneció a la Prefectura Naval, para ser exhibido como testimonio de la dictadura de 1976-1983. 

"Es demasiado horroroso imaginar a mi mamá ahí", reflexionó la mujer, quien junto a Cecilia de Vicenti, hija de Azucena Villaflor, pidieron que el aparato quede expuesto en el predio de la Escuela de Mecánica de la Armada, centro clandestino de detención por donde pasaron unos 5.000 prisioneros y que hoy es Museo de Memoria ExESMA, en Buenos Aires. "El avión es parte de la historia que es dolorosa pero hay que contarla tal cual fue", responde De Vicenti.

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Engañadas por Astiz y arrojadas al mar: así murieron Madres de Plaza de Mayo y dos monjas francesas en 1977

El 10 de diciembre de 1977, Azucena Villaflor, María Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga fueron salvajemente arrojadas al vacío desde un avión Skyvan PA-51, cuando la aeronave sobrevolaba el Mar argentino

Era uno más de los terribles "vuelos de la muerte" puestos en marcha por la Junta Militar para deshacerse de los detenidos ilegalmente. Las tres habían sido inyectadas con sedante pentotal, con los pies y las manos atadas.

Las víctimas fueron arrojadas todavía con vida desde un avión Skyvan, que cuentan con grandes compuertas traseras, que pronto será devuelto a la Argentina para ser exhibido en la ex ESMA.

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Azucena Villaflor, María Ponce de Bianco y Esther Ballestrino de Careaga

 

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Villaflor, Ponce de Bianco y Ballestrino formaban parte de las Madres desde abril de 1977, e integraban un grupo que habitualmente se reunía en la iglesia de la Santa Curuz, ubicada en el barrio porteño de San Cristóbal, con el propósito de establecer lazos de solidaridad en el contexto de una feroz represión ilegal.

Uno de los objetivos del grupo era recaudar fondos para financiar la publicación de una solicitada en la que demandaban a las autoridades respuestas por el destino de los desaparecidos de la dictadura. 

El colectivo estaba formado, además, por otros militantes y religiosos como Angela Aguad, Remo Berardo, Julio Fondevila y Patricia Oviedo, familiares de desaparecidos ; los militantes de Vanguardia Comunista Horacio Elbert, Raquel Bulit y Daniel Horane y las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon, quienes desde hacía tiempo estaban vinculadas a los grupos de derechos humanos y organizaciones sociales.

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Astiz adoptó la identidad de 'Gustavo Niño’ para infiltrarse en la organización. Su estrategia consistía en hacerse pasar por un familiar y por medio de un abrazo o un beso los marcaba para que los grupos paramilitares secuestraran a sus víctimas.

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Azucena Villaflor, que buscaba a su hijo Néstor, era una de las Madres más activas y era parte de una familia de fuerte tradición política en el peronismo de Avellaneda, en tanto que María Ponce de Bianco y Esther Ballestrino tenían formación política.

La primera había sufrido el secuestro de su hija Alicia, había militado en el Partido Comunista, mientras Esther, maestra y doctora en bioquímica nacida en Paraguay, había militado en la izquierda de ese país. Se había integrado a Madres tras el secuestro de su hija, Ana María Careaga, liberada en el invierno de 1977.

El 8 de diciembre, el grupo fue secuestrado como parte de un operativo de la Armada que contó con la participación del genocida Alfredo Astiz, que integraba el Grupo de Tareas 3.3.2 de la ESMA y se infiltró en este colectivo fingiendo ser hermano de una víctima. 

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Para ese cometido, Astiz adoptó la identidad de 'Gustavo Niño’ para infiltrarse en la organización y con ese sobrenombre llegó a firmar una solicitada del grupo reclamando por los desaparecidos. Su estrategia consistió en hacerse pasar por un familiar y por medio de un abrazo o un beso los marcaba para que los grupos paramilitares secuestraran a sus víctimas.

"A algunos los matábamos en los tiroteos, pero a otros no sé lo que les pasaba, yo los entregaba vivos (…) A mí me decían: andá a buscar a tal, yo iba y lo traía. Vivo o muerto, lo dejaba en la ESMA y me iba al siguiente operativo", dijo, pero negó la versión más aceptada: "Cumplí mi trabajo. Además, toda esa historia del beso el día de la entrega es un verso. Yo no estaba ese día".

El 10 de diciembre de ese año, en la puerta de la iglesia, Astiz besó a quienes horas después serían secuestradas por el Grupo de Tareas 3.3.2: Villaflor, Ballestrino y Ponce. Encerradas y torturadas en la ESMA, finalmente fueron arrojadas vivas al océano.

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Villaflor, Ponce de Bianco y Ballestrino integraban un grupo que habitualmente se reunía en la iglesia de la Santa Curuz, ubicada en el barrio porteño de San Cristóbal, con el propósito de establecer lazos de solidaridad en el contexto de una feroz represión ilegal

No se sabe cuántos de los desaparecidos de la dictadura militar fueron arrojados al mar. Desde la elevada altura de vuelo del avión, los cuerpos caían al mar con la misma violencia que si hubieran sido arrojados sobre un suelo de cemento, y algunos cadáveres se desintegraron en el mar en pocos días. Otros eran devueltos por las aguas.

En una entrevista televisiva en 1998, el ex represor Adolfo Scilingo recordó que "todos los miércoles se hacía un vuelo y se designaba en forma rotativa distintos oficiales para hacerse cargo de esos vuelos, de forma tal que la mayor cantidad de integrantes de la Armada pasaran por esos vuelos".

"A los que el día antes se les elegían para morir, se les llevaba al aeropuerto dormidos o semidormidos mediante una leve dosis de un somnífero y engañados, haciéndoles creer que iban a ser llevados a una prisión del sur", relató. "Se les daba una segunda dosis muy poderosa, quedaban totalmente dormidos, se les desvestía y, cuando el comandante daba la orden, se les arrojaba al mar uno por uno".

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El 20 de diciembre los cadáveres de las tres Madres, de Ángela Aguad y de la monja Leonie, provenientes del mar, llegaron a las costas a la altura de Santa Teresita y quedaron depositados en una fosa común del cementerio de General Lavalle, hasta que, en 2005, un trabajo del Equipo Argentino de Antropología Forense permitió identificarlas.

"Yo no las traicioné, porque no era una de ellas y me convertí. Yo lo que hice fue infiltrarme, y eso es lo que no me perdonan. Porque me infiltré dos veces. Cuando me acusan de otras cosas me enojo, pero de eso me río", dijo Astiz. "Eran montoneros. Recibían órdenes de los Montoneros. Yo respeto a los que piden por sus hijos desaparecidos, pero las Madres lo usan para comerciar, por dinero o por política".