El avión Beechcraft King B-90 turbohélice con patente argentina, que se estrelló el jueves tras despegar del aeropuerto Laguna del Sauce, en Punta del Este, pudo haber tenido una falla en los motores, según estimaron ayer fuentes de la aviación uruguaya.
Las causas por las cuales la aeronave LV-CEO cayó a las 20.37, sólo treinta segundos después de haber despegado, están siendo investigadas por el conjunto de peritos uruguayos y argentinos que trabajan en el lugar del accidente. Se estima que los informes tardarán entre tres y seis meses. En el país vecino, la investigación pasó a la Comisión de Accidentes Aéreos de las Fuerzas Armadas, y Argentina envió a cinco miembros de la Junta de Investigación de Accidentes de Aviación Civil (Jiaac).
El jefe de la Aviación Naval uruguaya, Gonzalo Ciganda, estimó que “presumiblemente falló una de las plantas propulsoras de los motores y estaba a muy baja altura, a menos de 500 pies (unos 150 metros)”, precisó. El especialista en seguridad operacional Roberto Gómez dijo a PERFIL que el avión “tiene que haber perdido la potencia en ambos motores, porque con uno solo ese vuelo se puede continuar”. Ese tipo de aeronaves “no llevan tanto combustible para ir a Punta del Este, aunque vayan con su capacidad máxima de pasajeros”, agregó el piloto Gustavo Giménez, instructor del simulador ASG. Las primeras pericias confirmaron que el piloto Luis Pivida “realizó maniobras para intentar un aterrizaje de emergencia”.
Si bien se supo que la misma aeronave había tenido un accidente en 2013 (ver recuadro), la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) confirmó ayer que el Beechcraft LV-CEO “podía realizar vuelos internacionales y tenía los papeles en regla”. Por su parte, fuentes aeronáuticas aseguraron que el avión pasó “una rigurosa inspección de fase 4 a principios de este mes” que se hizo en un taller habilitado. “En los vuelos privados, los controles son muchísimo más exhaustivos que en una línea aérea regular. No pueden despegar si no tienen todas las habilitaciones requeridas”, aseguró a PERFIL Pablo Biro, presidente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA). El avión estaba registrado a nombre del laboratorio Droguería Meta SA desde 2010.
Dudas. Durante la tarde de ayer trascendió que el turbohélice “podría haber tenido un cambio de configuración en su interior” –originalmente, apto para llevar ocho pasajeros, en lugar de los diez que viajaban– y se estaba intentando determinar si, efectivamente, el peso y el balanceo correctos para esa modificación estaban certificados.
La intendenta de Maldonado, Susana Hernández, dijo en sus primeras declaraciones que el avión “aparentemente explotó en el aire y cayó”. Esa misma teoría sostenían ayer algunas fuentes, por la forma en que estaban calcinados los cuerpos de las víctimas. En tanto, el jefe del operativo de Bomberos de esa localidad uruguaya, Joaquín Elizondo, precisó que “los asientos del avión se desplazaron y hubo fuego en el interior del fuselaje”.