Washington - En la vida real, "Hippo", el hipopótamo azul de Grace Shuman, se encuentra inmóbil sobre su cama. Pero online, el peluche preferido de la niña de diez años de Washington come dulces, juega al tenis o celebra su cumpleaños con otros amigos.
Porque " Hippo" es un "Webkinz", un peluche de alta tecnología en la era de Internet. Los Webkinz son la novedad en juguetes para niños en Estados Unidos entre seis y 13 años. Lo que hace especiales a estos animalitos, de los que entretanto se han vendido millones, es que mediante un código con el que vienen se les puede dar vida en Internet.
Según un artículo del "Washington Post", las jugueterías de los Estados Unidos apenas pueden sostener la demanda y ya hay largas listas de espera para los "Webkinz", por los que se vuelven locos los niños estadounidenses.
La gerente Amanda Lynch, de la juguetería "Tree Top Kids" en Washington, relata una anécdota de una niña pequeña que tras el cierre de la tienda se quedó llorando a gritos delante de la puerta. "Fue tan conmovedor que volví a abrir la puerta", señala. El estante de su negocio, con unos 50 "Webkinz", estaba vacío en tan sólo una semana y ahora Lynch espera con ansias la llegada de más muñecos.
Con su vida en Internet, los "Webkinz" son los legítimos herederos de los "tamagotchi" de los años 90, los pequeños jueguitos japoneses que había que alimentar y cuidar de manera virtual. "Webkinz" es una invención de una empresa familiar canadiense, Ganz, y aún a un muñeco real al que los niños pueden abrazarse en la noche en la cama con una vida virtual paralela.
Pero el mundo "Webkinz" también genera críticas. "Un compañero de juegos virtual no sustituye a un verdadero amigo. Qué horrible que un niño de segundo grado llegue a casa para encontrarse online con sus amigos en vez de jugar al baloncesto", opina el director del Instituto Especializado sobre la Influencia de los Medios sobre los Niños (CMCH), Michael Rich, en el "Seattle Times".
Pero su escepticismo no aplaca el boom por los "Webkinz". Qu ien compra un peluche de la firma Ganz, puede volverse miembro del mundo de estos muñecos a través de la página web www.webkinz.com. En el centro de adopciones virtual, el nuevo dueño elige primero un nombre y se entera de más detalles sobre la personalidad de su amigo, como que el perrito Tony prefiere huesos de mazapán de cenar un pan con queso.
Un mensaje informa además de cómo se encuentra el peluche: hambriento, feliz o enfermo. Quien no se ocupa del bienestar de la mascota es informado de manera drástica de que es un mal dueño. Para cada "Webkinz" hay una vivienda online que cada uno puede decorar según su gusto con pósters de estrellas, bañeras lujosas o vistosos acuarios. Por supuesto, para eso hay que pagar, en "Kinzcash", el dinero virtual del mundo "Webkinz".
También se puede vestir a la moda a los muñecos o malcriarlos con golosinas. Para que los niños no se aburran, pueden jugar entre ellos en la red, enviando a sus mascotas a participar en diversos concursos o competiciones deportivas, o bien hacer que se encuentren entre ellos para comer pastel.
Sin embargo, el mundo anónimo de Internet también guarda su aspectos sombríos. Para evitar que se cuelen personas no deseadas, se impide que en los chats los niños den cualquier tipo de datos personales. La comunicación es por tanto un poco limitada, con frases como "¨Quieres visitarme?" o "Me gusta el pastel de queso".
El concepto "Webkinz" funciona: Tras sacar al mercado el producto por primera vez en abril de 2005, hasta diciembre de 2006 había en la web 2,5 millones de usuarios. Entre los por ahora 66 modelos "Webkinz" hay desde leones, elefantes o gatos realistas hasta animales fantásticos como unicornios o una extraña raza de perro con la piel cubierta de corazones.