Arturo Frondizi era radical, pero era un hombre intransigente y lo demostró el 23 de febrero de 1958. En 1951, había sido el compañero de la fórmula presidencial de Ricardo Balbín, derrotada por la lista encabezada por Juan Domingo Perón. Habían pasado siete años desde entonces y ya parecía una eternidad.
Podría pensarse que el golpe militar conocido como la Revolución Libertadora que derrocó al presidente electo Juan Domingo Perón, el 16 de septiembre de 1955, terminó de posicionarlo en el complejo mapa político de la Argentina, y no se estaría faltando a la verdad.
En el año 1956, Arturo Frondizi conoció a un hombre que terminaría de moldear su personalidad política, Rogelio Frigerio.
Cuando la dictadura militar –cívico-militar, en realidad, si se piensa que el radicalismo y el socialismo integraban un organismo consultivo del gobierno de facto- convocó a una Asamblea Nacional Constituyente para reformar la Constitución y, sobre todo, anular las reformas de 1949, el radicalismo cayó en la cuenta de que el peronismo, aunque proscripto seguía teniendo un peso político enorme, que en esa oportunidad se manifestó con el “voto en blanco” que había ordenado Perón, en la clandestinidad.
El día en que Perón estuvo a un paso de crear los Estados Unidos de Hispanoamérica
Entonces, Frondizi se dio cuenta de que el radicalismo debía captar el caudal de votos peronistas para ganar terreno. Sin embargo, Ricardo Balbín no quería saber nada con el peronismo. Por lo tanto, ambas fuerzas se separaron: Frondizi se quedó con la Unión Cívica Radical Intransigente (UCRI), y Ricardo Balbín con la UCR del Pueblo.
Poco antes de que esa división se hiciera real, Frondizi dio un discurso dirigido tácitamente a Perón: «En una Argentina bajo gobierno radical, el que quiera trabajar y sumar su esfuerzo al del gobierno de la República lo podrá hacer, pero el que quiera venir a monopolizar nuestras riquezas, nuestro trabajo o nuestro porvenir, será destruido por la acción de la UCR».
Mientras tanto, Rogelio Frigerio viajaba a Venezuela, para sellar un pacto con el ex presidente Perón: a cambio del apoyo electoral de la multitud peronista, Frondizi le prometía un política que cuidara a sus “descamisados”.
Tal como lo había intuido, esa movida hizo que, el 23 de febrero de 1958, la fórmula Arturo Frondizi-Alejandro Gómez se impusiera en las elecciones presidenciales.
Con más de 8,5 millones de votos emitidos, casi el 91% del padrón electoral se acercó a votar en una elección histórica que fue la de mayor participación de la historia argentina. La UCRI ganó con el 53% de los sufragios.
Pero además, la UCRI se quedó con el 70% de la Cámara de Diputados, la totalidad de la Cámara de Senadores y todas las gobernaciones provinciales.
Es decir, con el control del Poder Ejecutivo y el Congreso bicameral, sólo restaba tener el poder casi absoluto asegurándose un guiño de la Corte Suprema de Justicia, cosa que, como siempre sucede en Argentina, lograron aumentando el número de miembros del máximo tribunal, de 4 a 7.
Hace 50 años Balbín y Perón demostraron, con un abrazo, el significado de “La Hora del Pueblo”
Frondizi y Gómez asumieron su cargo el 1 de mayo de 1958 y de inmediato enviaron un guiño y una palmadita al General: Ley de Amnistía para los presos políticos peronistas; y el proyecto de Asociaciones Profesionales para devolverle a los sindicatos su poder gremial.
Frondizi y Perón
“Debemos alcanzar el autoabastecimiento energético, basado en la explotación de los yacimientos de petróleo y carbón y la utilización de la potencia hidroeléctrica. Ello nos permitirá ir sustituyendo gradualmente las importaciones de combustibles que en 1957 han insumido la cantidad de 318 000 000 de dólares”, dijo Frondizi en el Congreso de la Nación, el día en que le pusieron la banda presidencial.
No sonaba a nuevo, ya que lo venía anticipando desde la publicación de su best seller Petróleo y política (1954), que magnificaba el rol de YPF en el monopolio petrolero del país, preludio de sus encendidas críticas a los contratos petroleros que a su turno firmó el presidente Perón con la empresa estadounidense Standard Oil.
De todos modos, en un país en el que más fácil que hacer es decir, y mucho más difícil aún gobernar rindiendo cuentas a las fuerzas armadas, el viraje de Frondizi hacia el desarrollismo (impulsó a las industrias pesadas que requieren mayor capital, menor mano de obra y son las que más repercuten en el ambiente), terminó costándole caro.
A pesar de su credo estatista, el 24 de julio de 1958, el presidente Frondizi anunció un volantazo: “La batalla del petróleo”.
Si Argentina gastaba 15.600.000 toneladas anuales de petróleo pero sólo podía producir un tercio, el resto había que importarlo. O, en su defecto, sacarlo del fondo de la tierra argentina o del lecho marino nacional trayendo a empresas extranjeras que vinieran con su dinero y sus máquinas a solucionar nuestro problema. Desde luego, se quedarían con buena parte de esas ganancias y pagarían pocos impuestos –o no todos.
Frondizi y la Argentina potencia
Lo que siguió, fueron conversaciones a puertas cerradas, presiones multinacionales, portazos, huelgas obreras, protestas universitarias, e incluso atentados en los que murieron militares y también civiles.
Con los integrantes de su propio gabinete haciendo lobby para que pusiera freno a su cambio ideológico, casi el único que lo respaldaba era Rogelio Julio Frigerio, cofundador con Frondizi del Movimiento de Integración y Desarrollo.
En un principio, los uniformados lo dejaron hacer, porque para ellos, el desabastecimiento energético y petrolero se traduciría en problemas de defensa nacional.
Con mucho en contra, el proceso de sustitución de importaciones para “autoabastecerse sea como sea” funcionó. Se produjo un récord histórico de llegada de capitales extranjeros, y crecieron no sólo la industria petrolera sino también la automotriz, la petroquímica, la química, la metalúrgica y la producción de maquinarias eléctricas y no eléctricas.
YPF cumple 100 años y está a punto de protagonizar su “Volver al Futuro parte II”
La Argentina parecía pujante en materia económica. Hasta que fue derrocado por el golpe militar, entre 1958 y 1962, la producción nacional de petróleo y gas natural aumentaron 150% los valores anteriores. El “sea como sea” había resultado y Argentina pasó de ser importador de petróleo a exportador.
En ese mismo lapso, la industria petroquímica recibió una inversión de US$ 140 millones .
Sin Balbín y de la mano de Perón, Frondizi cayó
Por las calles argentinas comenzaron a circular las primeras marcas de automóviles familiares: Citroën, Decaroli, Deutz Argentina, Peugeot, Renault. Y nació otra que sigue siendo mítica, sinónimo de fortaleza y de logro nacional, Siam Di Tella Automotores.
Durante su gobierno, Frondizi aceptó la propuesta del presidente John F. Kennedy de mediar entre Cuba y Estados Unidos en la “crisis de los misiles”. Fue por esa razón que nada menos que Ernesto “Che” Guevara lo visitó en la Quinta de Olivos, en agosto de 1961, en donde mantuvieron una reunión a puertas cerradas.
Frondizi, además, fue el primer presidente argentino que visitó oficialmente Japón. Además hizo acuerdos comerciales con la URSS e Israel. También logró que Argentina, siendo parte interesada, fuera uno de los firmantes del Tratado Antártico que se rubricó en Washington el 1 de diciembre de 1959, y que favoreció a nuestro país al mantener a la Antártida como zona libre de conflictos, sin pruebas nucleares ni residuos radiactivos.
Sin embargo, en Argentina, siempre hay sorpresas. El 29 de marzo de 1962, hace 61 años, el presidente Arturo Frondizi fue destituido de su cargo por un golpe militar.