Si es cierto que al que madruga Dios lo ayuda, nadie mejor que el Carnaval de Gualeguaychú para dar su parecer. Desde el 7 de enero pasado, la ciudad entrerriana a 70 kilómetros de Gualeguaychú está batallando con su baterías y comparsas al son de sus ritmos carnavalescos.
Con repeticiones todos los sábados de enero y febrero más el domingo 19 y el lunes 20 de carnaval, los entrerrianos siguieron casi tirando la casa por la ventana al paso de Marí Marí, O’Bahía, Kamarr, Papelitos, Ara Yeví por la pasarela del Corsódromo de la Ciudad.
Con todo, son solamente tres las que vienen compitiendo en cada desentierro del Rey Momo, sábado a sábado, entre enero y febrero, ante miles de ojos asombrados por tanto brillo y despliegue.
La comparsa campeona tendrá el privilegio de volver a escena al año siguiente, para defender frente a las otras dos agrupaciones el lugar y el reconocimiento merecidos.
Carnaval de Gualeguaychú
En 1976, Antonio Leopoldo Peverelli era el presidente del Club de Pescadores de Gualeguaychú cuando le picó el bichito del Carnaval y creó la Comisión del Carnaval Internacional del Río Uruguay. Tuvieron que pasar tres años más hasta que, en 1979, invitaron a 14 instituciones a participar del flamante Carnaval de Gualeguaychú . Así fue como llegaron Yasí Verá y Copacabana de Corrientes capital; Sisí y Macumba de Gualeguay; Scola do Amarillo de Brasil; Carumbé de Paso de los Libres; y Arcos Iris de Concepción del Uruguay.
Ahí nomás nació la comparsa O'Bahía, fundada entre otras pioneras por Ada Kilmar de Peralta, la esposa de uno de los pescadores, quien enseguida se puso al frente de la comparsa y, por eso, muchos la consideran su fundadora. El nombre O’Bahía lo eligió su madre.
Dice el boca en boca que, los chicos del Club Juventud Unida comenzaron más o menos por la misma época lo que se recordaría como "El Carnaval de la Alegría".
Sus madres los anotaron en el corso barrial, unieron latas con alambres y pegaron papelitos de colores a los vaqueros y así, con sus "redoblantes falsos" salieron a bailar al ritmo de la música de Marcelino Amarillo, el padre de uno de ellos. Ese fue el germen de la actual comparsa Papelitos.
En 1980, el Centro Sirio Libanés se anotó para participar del corso y los miembros de la comunidad dejaron volar sus sueños al compás de Las mil y una noches.
El modisto Numa Frutos diseñó el vestuario oriental y las figuras se fueron sumando, como el bailarín Kamal, que pasaba para visitar a su tía y se terminó quedando.
Así nació el grupo Kamarr que, desde entonces y hasta ahora, sigue ensortijando espectadores con su despliegue de Alí Babá y los 40 ladrones, Simbad el Marino, Aladino y la Lampara Maravillosa, El Pescador y el Genio o cualquiera sea el tema elegido cada año.
Era el año 1981 cuando, desde la ribera del Río Gualeguaychú, la comparsa Ara Yaví formó parte de los carnavales de Entre Rios “bajo las alas del Club Tiro Federal “, como les gusta describir a ellos.
Enseguida se le sumó Marí Marí, “la aplanadora” del Club Central Entrerriano ya que es la que más títulos lleva ganados hasta este año, 22 en total.
Gualeguaychú y Entre Ríos
Y fue así que, desde Paso de los Libres y Corrientes, el carnaval se irradió hacia el resto del litoral argentino.
El carnaval de Gualeguaychú, autoproclamado “Carnaval del país” para competir con los correntinos, no es de todos modos el único despliegue entrerriano.
Día a día, cómo es el Carnaval de Venecia, el más caro de Europa y lleno de nobles falsos
Concepción del Uruguay, Santa Elena, Hasenkamp, Gualeguay, Victoria y desde luego Concordia, con su moderno corsódromo de 15.000 plazas, siguen pisándole los talones.
Con el Corsódromo José Luis Gestro, un regio sambódromo inaugurado en 1997 en la vieja estación de trenes para sentar cada año a 35.000 espectadores (con 500 metros de largo y una pista generosa de 10 metros de ancho, es por lejos el mayor de la Argentina), Gualeguaychú se las trae.
Para darle vida todo el año, allí también se hacen convenciones, espectáculos como el de Soledad Pastorutti, La Renga o incluso el corso del Mercosur.
Con 300 bailarines, un máximo de cuatro carrozas, tres aderezos y un destaque por comparsa, cada grupo compite por tener la mejor “batucada” (orquesta de percusión al estilo brasilero) y a la mejor “pasista” (Bailarina principal que baila frente a la batucada).
Para los días que restan, todavía se consiguen algunas entradas que oscilan entre $ 700 y $ 9800 (ventas por whastsapp 03446-347566). Y lo que queda será una competencia difícil que pondrá en juego un año entero de trabajo de 1.200 entrerrianos adornados con 70.000 plumas y acompañados por 15 carrozas temáticas.
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