Dos casos similares ocurridos en distintos puntos del conurbano bonaerense volvieron a poner en escena a la figura del “justiciero”, tan vieja como polémica.
Al menos tres balazos, de los más de diez que se habrían escuchado, dejaron su huella en el portón negro. Todo sucedió el jueves pasado a las 22, cuando el dueño de casa ingresaba con su auto a la vivienda ubicada en la calle Frione 4591, en la localidad de Ciudadela, partido bonaerense de Tres de Febrero.
En ese instante, dos delincuentes armados que se movilizaban en moto le apuntaron y lo obligaron a entrar. Los ladrones comenzaron a guardar dos notebooks en la mochila que llevaban consigo, pero exigían más. El hombre, hermano de un gendarme, aprovechó un descuido de los asaltantes y tomó un arma que tenía escondida: les disparó a ambos en el tórax.
Los delincuentes escaparon de la casa a los tiros. La policía encontró a uno de los delincuentes muerto a pocos metros de la casa de la víctima. Su cómplice fue hallado en el hospital Ramón Carrillo de Malvinas Argentinas, luego de la denuncia de los médicos.
Similar modalidad y consecuencias, pero distinto escenario, se vivió en una carnicería de Ezpeleta, al sur del conurbano. Tres clientes y el carnicero se quedaron paralizados cuando los ladrones ingresaron al comercio exhibiendo sus armas.
Uno de ellos tomó del cabello a una de las mujeres, la usaba de escudo humano exigiendo la recaudación.
El dueño de la carnicería Pablito, ubicada en Florencio Varela y Río de la Plata, respondió a los tiros. Uno de los delincuentes falleció dentro del local, mientras que el otro logró escapar, aunque a pocos metros del lugar calló desplomado.
Los policías secuestraron las vainas servidas del arma utilizada por el carnicero y dos revólveres calibres 32 y 38 que portaban los delincuentes.
Tanto el carnicero como el hombre de Ciudadela no fueron detenidos porque se entiende que actuaron en “legítima defensa”.