La angustia y la tristeza invadieron a Claudia Fernández desde el crimen de su ahijada. Durante todo este año atravesó situaciones de profunda depresión y dolor. Su esposo, el pastelero Hernán Tuzinkevich, soportó las miradas acusadoras por ser considerado el primer sospechoso del crimen. Hoy, ambos tratan de continuar con su rutina, con el peso de haber sido las últimas personas en ver a Lola con vida y sin haber podido volver a hablar aún con los papás de la chica. “En un principio, Claudia sintió mucha culpa pero ahora, cada día, se la ve un poquito mejor. En este momento Hernán está de viaje trabajando y tratando de salir adelante”, cuenta a PERFIL Jorge Tuzinkevich, padre del pastelero. “Para ellos fue un año muy difícil, muy triste, pero siguen. Desde el crimen, no se volvieron a comunicar con los papás de Lola. No volvieron a hablar”, agrega.
Lola sólo estuvo 24 horas en Uruguay. Bajó del micro que la llevó a Barra de Valizas el 27 de diciembre a las 15. Allí la esperaba su madrina y el esposo de ésta. Al día siguiente salió a caminar por la playa. Dos días después la encontraron muerta. Claudia y Hernán fueron los primeros sospechosos del crimen, pero luego recuperaron la libertad tras declarar ante la jueza. En mayo tuvieron que regresar a Uruguay para que el hijo del pastelero se sometiera al cotejo de ADN, que finalmente dio negativo. De esa manera, los tres quedaron fuera de la lista de sospechosos.