Cientos de prefectos se manifestaban en paz en la puerta del edificio central de su fuerza en Puerto Madero. Perfil.com se acercó, como tantos otros medios, a cubrir la noticia con una filmadora y una cámara de fotos. Lejos de los valores democráticos que proclamaban en público, el trato fue amenazador, simplemente por intentar obtener testimonios y haber subido las escaleras para tomar fotos con mejor perspectiva.
Ni bien encendí la cámara en la calle, se acercaron hombres de civil y sin mostrar credenciales de ningún tipo comenzaron a exigir que me identificara. Mostré la tarjeta que constataba que era trabajador de la Editorial Perfil y subí por las escaleras. Entré al edificio que estaba repleto de personas que gritaban entre sí. Una vez adentro volvieron a pedirme credenciales, a lo que nunca me negué. Pasé 15 minutos en el edificio y volví a quedarme sobre las escaleras.
Ahí comenzó la peor parte. Se acercaron tres hombres, dos de civil y uno con el uniforme de Prefectura y comenzaron a pedirme datos y a exigirme que me fuera de las escaleras del edificio "porque los periodistas se quedan allá, acá no tenés nada que hacer". Luego de una discusión que duró minutos comencé a descender y empezaron a empujarme. Una vez en la vereda dos personas comenzaron a sacarme fotos mientras yo seguía realizando mi trabajo. Cuando notaron que estaba mirandólos uno de ellos se acercó. Le dije: "Estamos en 2012". Exigió que me retirara y volvió con sus compañeros.
(*) De la redacción de Perfil.com.