Orgullosas de la carrera que eligieron, sienten que al fin se les reconoce su tarea dentro de una institución “muy machista”. Se sienten halagadas porque es la primera vez en la historia de la Policía Federal Argentina que un grupo de mujeres ocupará altos cargos en comisarías.
Ellas son cinco de las nueve oficiales que fueron designadas para ser segundas y terceras jefas de comisarías de la Ciudad de Buenos Aires y quedar al mando cuando el comisario no este presente. Desde el martes pasado, día que la ministra de Seguridad, Nilda Garré, tomó la decisión, le agregaron una estrella al uniforme y salieron a patrullar las calles.
“Entrar a la comisaría estaba vedado para la mujer. A pesar que desde hace diez años las cosas fueron cambiando, siempre se nos hizo todo más difícil”, dice Alejandra Laurino, quien pasó de la oficina de Servicios de Seguridad que funciona en el Hospital Churruca, a la comisaría 50ª, de Floresta. Laurino ya está al frente de la comisaría porque el jefe de la seccional entró de licencia por vacaciones. La subcomisario entró a la Policía hace 31 años y, al igual que las demás, por un anuncio que vio en televisión. Laurino tiene un hijo de 24 y antes de entrar a la Policía había intentado ser docente.
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