Pese a que se les otorgó la libertad a los acusados, todos quedaron procesados. Además, se ratificó el procesamiento de Percowickz, sobre quien se impuso un embargo por 1.200 millones de pesos.
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Los camaristas Martín Irurzun, Eduardo Farah y Roberto Boico consideraron que no correspondía que los implicados permanezcan detenidos. En ese sentido, Farah sostuvo que había que revocar el procesamiento, mientras que Boico consideró que era necesario ordenar una prisión domiciliaria.
Esta organización prometía soluciones mágicas para graves enfermedades y ofrecía tratamientos no convencionales para la adicción, el Sida y problemas de sueño. A través de una falsa clínica y de la Escuela de Yoga, captaba a familias enteras, las despojaba de sus ahorros y las utilizaba para sus propios intereses.
La secta grababa videos pornográficos.
Las mujeres eran sometidas a explotación sexual, al tiempo que eran utilizadas para entablar lazos con personas de poder y luego realizar tráfico de influencias. Sin embargo, las víctimas no se reconocen como tal, ya que los testimonios que pudo recopilar el juez dan cuenta de que no sentían condicionada su libertad.
Percowickz, por su parte, también está acusado de construir un culto, promover una estructura ilegal de negocios en Argentina y en los Estados Unidos y de enriquecimiento ilícito.
