Guillaume se pronuncia guióm, con la eme final estirada, como en un ejercicio de foniatría. El fotógrafo, para amenizar el trámite de los flashes, le da una indicación al chef Guillaume Bianchi: “Guillermo, por favor...”. Antes de que termine la frase, el cocinero que diagrama y planifica los almuerzos de Mirtha Legrand lo mira fijo y corrige: “Guióm, me llamo Guióm”.
Va, viene, camina como a los saltos, ordena, protesta y espera la llegada de la otra pata de la cocina de la Señora. Luciano Losada, 24 años, se demora e irrita a su jefe. Cuando llega, Guillaume se lo quiere comer con los ojos. Pura espuma, al instante posan y se divierten.
Crisol. El chef principal de la cadena Hilton es francés y vive en el país desde hace siete años. Está casado con una inglesa y tiene tres hijos: la mayor, de 12 años, es nacida en una isla entre Escocia e Inglaterra, uno nació en Turquía y el más chico, de un año, es argentino. Habla su lengua nativa –obvio–, italiano, inglés, turco y español a la perfección, aunque haya que explicarle el significado de la palabra “cascarrabias”, una acusación que se desvanece en el aire, tal vez como parte de su picardía criolla. “En mi cocina hay un buen clima –asegura–. Hay presión porque estamos en un negocio, pero creo que hay buena atmósfera”.
Luciano, el más joven de los cocineros, es el encargado de los platos en el set de grabación, donde llega dos horas antes del comienzo del programa. Ultima detalles y recibe los elogios públicos de Mirtha, a quien llama “la Señora”. Está bajo el mando de Guillaume desde hace dos años y cuatro meses, no tutea a su jefe y se refiere a él como “el Chef” o “el Maestro”. Prefiere cocinar carnes y su plato más romántico es la entraña rellena. “Para mí es muy particular trabajar en el programa, porque lo veía cuando era chico –confiesa–. A mi abuela le gustaba mucho y yo lo veía.”
Menú. La diva de los mediodías tiene una figura digna de envidiar, en parte gracias a la contribución de sus cocineros, que la cuidan, la respetan y la miman a través del estómago. “Cuando hacemos el menú intentamos ordenar: un día carne blanca, otro día pastas, otro día carne roja –comenta Luciano–. En definitiva, una dieta equilibrada para la Señora, que es quien come todos los dias”.
Cada viernes planifican la semana siguiente y, salvo algún imprevisto o pedido expreso, el menú es invariable. Es que la dinámica televisiva les impide conocer con tanta antelación a los invitados a la mesa. “Por ahí viene alguien que es vegetariano o que no le gusta determinada comida –deslizan–. En ese caso, nos avisan antes y cambiamos el plato”. Luciano, que convive con los invitados y jura que nunca recibió una queja, recuerda una anécdota: “Dio la casualidad de que Ileana Calabró vino dos semanas seguidas, y fue justo el día de pescado, que no es lo que más le agrada. La tercera semana que vino me hizo hincapie en el tema del pescado y cociné ojo de bife”. Gracias a las esporádicas apariciones en pantalla y a los agradecimientos de la Señora, a Luciano Losada lo reconocen por la calle, y su jefe aclara: “El es el chef de Mirtha Legrand, pero no va a cocinar a su casa. ¡Bah, en realidad no lo sé!”.
Ese bendito conejo
El diálogo con los chefs es sabroso. Luciano aporta frescura y Guillaume pimienta. Cuando se les consulta por el paladar de Mirtha, Luciano responde: “A la Señora no le gustan ni el pulpo ni las carnes de caza, y tampoco le gusta el conejo” Rápido y serio, su jefe corta el aire con una frase lacónica y sin mayores explicaciones: “Le gusta el conejo”.
El más joven no comprende y con la mirada parece desaprobar y reclamar verdad, entonces el chef cede con displicencia: “Hicimos las fotos con el conejo. Vos decís que no le gusta el conejo y tenemos las fotos cortando los conejos”. Ante las risas generales, Luciano entiende y acota: “Le encanta el conejo, ama los conejos, pero las carnes de caza le siguen generando impresión”.