Sus miradas tristes se buscan y se encuentran cada jueves, a las cinco de la tarde, en el Obelisco. Son padres y abuelos que no pueden compartir el crecimiento de sus hijos y nietos. A estos Padres del Obelisco, como se hacen llamar, los une la necesidad de contar su historia y que la Justicia escuche sus reclamos.
“Nosotros luchamos contra la lentitud de la Justicia”, dice Enrique a PERFIL. “Pasan tres meses para que te realicen un análisis psicológico y seis meses para darte una audiencia. En ese tiempo la criatura creció. Yo dejé de verla a los 4 años, hoy tiene 5. Vos podés tener un caso de un bien mueble y, si pasa el tiempo, te importa muy poco. Acá tenés una persona, en pleno desarrollo, que necesita tanto al padre como a la madre”. Daniel Igolnikov precisa que “nuestros reclamos son contra la ineficacia e indiferencia de los magistrados y juzgados, no contra las madres. El divorcio es el fin de la pareja, no de la familia”.
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