Deberes sí, deberes no. La polémica en torno de las tareas que los chicos tienen que resolver fuera del horario escolar divide al bando de padres en dos: por un lado están aquellos que consideran que son beneficiosos y ayudan a la futura formación de sus hijos.
Por el otro, se encuentran aquellos padres que sienten que los deberes son una sobreexigencia tanto para sus hijos como para ellos, que deben dedicar entre dos y tres horas diarias a realizarlos, pese al cansancio de la jornada laboral o los quehaceres de la casa.
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El problema es notorio en los primeros años de primaria y entre quienes envían a sus hijos a doble escolaridad.