"No sé si voy a querer hablar. Hoy estoy bien, mañana no sé". Con esas palabras, Pamela García adelanta que, si bien entiende la consulta, ella pasa por el peor momento de su vida. Su novio, Santiago Laguía (25) fue la última víctima encontrada tras la explosión del edificio rosarino ubicado en Salta 2141.
Fue, quizás, el más buscado. Durante los días que se realizaron las tareas de rescate, se corrieron rumores de todo tipo: que lo habían visto deambular por la zona, que fue rescatado, que su celular estaba activado. Sin embargo, encontraron su cuerpo en uno de los ascensores, junto a otra víctima, Luisina Contribunale.
Sin embargo, en una de las tantas tardes en que se recolectan firmas para poder construir una plaza en el lugar del edificio para conservar la memoria de la tragedia y que los familiares tengan un lugar propio, ella toma fuerzas para hablar en el tradicional boulevard rosarino.
Perfil.com: - ¿Dónde estabas al momento de la explosión?
Pamela: - Estaba en Rosario, haciendo las prácticas (es profesora de gimnasia) y escuché la explosión. Nunca me imaginé que sería de Salta y Oroño. Jamás me voy a olvidar ese ruido. Al ratito me avisan que era de esta dirección... Supuse que era algo mínimo, no estaba enterada de la gran tragedia que fue.
- ¿Te pudiste comunicar con los padres de Santiago?
- Hablé con los padres de Santi al rato, porque ninguno caía, tampoco estábamos con la certeza de que era el edificio ni la magnitud. Yo, en el primer momento, que vine al lugar sabía que Santi estaba ahí adentro, cuando decían que había salido tenía la esperanza, sentía que no la podía perder, para mantenerme en pie. Esos días fueron horrendos, estar en cada momento por si encontraban a alguien. La esperanza la tuvimos, pero bueno.
- ¿Cuál es la idea de las firmas que juntan?
- Lo que nosotros pedimos es que en ese lugar donde fue la explosión se haga una plaza en memoria. Yo, con la Justicia, no sé hasta dónde vamos a llegar. Pero sí en memoria de estas 21 personas que asesinaron, porque las asesinaron, esto no fue un accidente. El problema del gas ya venía y esta plaza es un deseo que a lo mejor nos queda a los familiares. Creemos que será un lugar de paz para recordar "en este lugar yo fui feliz", con la persona que cada uno tenga en su corazón.
- ¿Él te había comentado sobre problemas con el gas?
- Si, me había dicho. La semana anterior fue a dormir a mi casa porque había problemas y no tuvo gas por varios días.
- ¿Cómo seguiste?
- Yo digo que es un aprender a caminar. Me duele mucho estar acá y estar hablando de esto. Pero creo que es la única forma de buscar justicia y de que la Argentina abra los ojos. Esto nos tocó a nosotros ahora, pero puede ser a cualquiera, si no tomamos conciencia. No pueden pasar tantas tragedias. A mí me destruyeron sueños, ilusiones. A mí y a todas las familias que estamos padeciendo esto. Es injusto.
- ¿De qué manera se busca una explicación?
- Yo ya no creo. Ya no sé en que creer. Explicación, no. Y la bronca, la impotencia no sé con quién descargarla, porque no encuentro a alguien que me dé la cara como para decirle "vos te llevaste a la persona que yo amo".
- ¿Qué mensaje darías al resto de los familiares?
- Trato de estar fuerte ahora. Tengo mis momentos. Es muy difícil. Pero ahora me estoy consolando o haciendo a la idea de que está conmigo y va a estar siempre. Quiero tener el deseo de sentirlo y que sea cierto. Y tratar de saber que a Santi le hacía bien tal cosa y seguir haciéndolo. Me cuesta un montón. Al rato creo que no voy a tener fuerza para seguir haciendo esto ni para hablar acá. Pero estoy pidiendo memoria y justicia y que no vuelva a pasar algo así, ni acá en Rosario ni ningún lado de la Argentina. No nos merecemos esto. Tenemos una venda en los ojos y no nos damos cuenta de lo que pasa. Hoy nos pasó a nosotros pero le puede pasar a cualquiera.
(*) De la redacción de Perfil.com.