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Tango-kids, alternativa a la actividad física tradicional para chicos

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De gala. Las clases incluyen datos de la historia del género.
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El bandoneón de Aníbal Troilo suena en el salón de Barracas. Los bailarines se miran, sonrisa pícara de por medio, se toman de las manos y comienzan a moverse al ritmo del 2 x 4. Sería una de las tantas clases de tango que abundan en Buenos Aires. Sin embargo, tiene una particularidad: quienes bailan son chicos de entre 5 y 12 años.

Desde hace algunos años la danza –que tuvo oscuros inicios, prostibularios y portuarios– dejó de cautivar únicamente a los adultos y también comenzó a llamar la atención de los niños, y hasta funciona como alternativa a la actividad física que puede aburrirlos. Además, un proyecto busca que en todas las escuelas de la Ciudad se enseñen contenidos relacionados a este baile típico de la Argentina (ver recuadro).

Para Violeta Viola, profesora de tango infantil desde hace diez años, trabajar con chicos “es maravilloso porque se busca que los nenes aprendan desde el punto de vista del juego y de la inclusión”. Muchos llegan a las clases por el fanatismo de sus padres o abuelos. “Tratan de cumplir su sueño a través de sus hijos, por eso los mandan”, opina Viola.

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María Bernatene, otra docente de tango para niños, coincide, y agrega: “En las muestras que hacemos abundan abuelos que están muy contentos de ver bailar a sus nietos”.

Una de las principales dificultades es la dispersión de los chicos. Hasta que comienzan a sonar los primeros bandoneones o violines los nenes están a los gritos por los salones. “Quizás es el mayor de los problemas”, explica Bernatene.

Pero una vez que arranca la música, los chicos se calman y se vive un clima de armonía. “Al principio había un contacto un poco agresivo entre los nenes y las nenas, pero luego se trabaja con calidez, respeto y amor por el otro”, dice la profesora. Ambas docentes advierten que el aprendizaje es de a poco, y que antes de lanzarse a las pistas, los alumnos tienen que saber la historia del género y su importancia a nivel mundial.

El alumno más joven de Bernatene tenía 5 años cuando ella comenzó a dictar el taller en una escuela de Barracas. “Ahora trabajo con chicos ocho, nueve y diez”, indica, aunque en su clase también hay algunas nenas de 11 y 12 años. Durante el año pasado alcanzó a tener grupos de treinta chicos.

Los que no fueron motivados por sus padres para tomar las clases, tienen mucha influencia de la televisión. Como Antonella (10) que sostiene que le llamó la atención la vestimenta y los movimientos de los bailarines cuando lo vio en un programa y que por eso le nació la inquietud.

 

El martes, la final del Mundial

El martes 27 en la ciudad de Buenos Aires termina el Mundial de Tango, del que ayer se disputaron las semifinales. La final, el mismo martes, será en el Luna Park. También, en ese marco, hubo propuestas tangueras para los más chicos. El domingo 18 se llevó a cabo una clase exclusiva para niños, a cargo del profesor Marcelo Ramallo, quien se mostró muy conforme con la convocatoria. Desde hace varios años, él conforma un grupo de tango infantil en el Centro Cultural de Estudios y Proyectos Nueva Argentina, en Villa Lugano. Desde la organización aseguraron que en los últimos años notaron que los niños también se acercan a bailar esta danza.

Pero más allá del Mundial, el tango no se da en las escuelas pese a que desde 1998 existe una Ley Nacional de Tango que destaca la necesidad de incluirlo en los programas escolares (la misma norma creó el Mundial). La Fundación Quiero al Tango busca que esto cambie y se reconozca, tanto a la danza como a la música, dentro de los programas educativos. “En 13 años de formación escolar no se habla de eso”, lamentó la creadora de la iniciativa, la bailarina Gabriela Goñi Miguel. “El género es patrimonio de la Unesco; no se comprende por qué no se enseña en los colegios”, criticó Goñi Miguel.