El Aybal –ubicada en las coordenadas latitud sur 22 grados, 01 minuto, 23.2 segundos, longitud oeste 63 grados, 32 minutos, 58.3 segundos– y El Pajeal –sita en el Paraje Madrejones, límite de la jurisdicción de Salvador Mazza con Aguaray– son dos fincas linderas que, recostadas sobre el límite con Bolivia, en Salta, habrían sido la llave para elevar la figura de Reinaldo Delfín Castedo a terrateniente narco. Se trata de 28 mil hectáreas libres de controles, con paso directo a uno de los países productores de cocaína más importantes del mundo.
Fuentes de la investigación que terminó con la captura del líder del “clan Castedo” indicaron a PERFIL que comenzó a operar hace tres décadas con diversas actividades ilegales propias de zonas de frontera, como el contrabando. Luego, la banda se contactó con narcotraficantes bolivianos y colombianos, por lo que se especializó en tráfico y transporte ilícito de estupefacientes a nivel transnacional.
El crecimiento económico fue tal que les permitió a los miembros de clan adquirir diferentes propiedades al borde de la frontera, una maniobra que facilitó el ingreso de la droga y distribuirla a diferentes puntos de Argentina y Europa. Se cree, incluso, que llegó a transportar unas cuatro toneladas mensuales por las fincas ubicadas en el norte argentino.
Según pudo reconstruir la investigación, el modus operandi de Castedo a través de los años fue siempre el mismo: adquirir las tierras a través de testaferros y abrir caminos internos por los que habrían ingresado al país autos, camiones y, en menor medida, mulas con droga.
Luego, los cargamentos saldrían camuflados en transporte de madera hacia Chaco, Mar del Plata y Buenos Aires, rumbo a Europa, principalmente a Italia.
En ese país, el salteño de 48 años habría entablado vínculos con la mafia y el cartel de Losano, relación que le habría permitido llegar al circuito vip de Milán e Ibiza.
En 2006, también se relacionó su nombre a otro campo: Juramento, situado en la localidad de Los Frentones, en la provincia de Chaco. Allí se sospecha que camuflaban estupefacientes en bolsas de carbón y luego las trasladaban hasta una empresa de carbón ubicada en la localidad de Roque Sáenz Peña, donde era acondicionada para la exportación, vía Montevideo, a España. Castedo también tiene orden de captura en Uruguay.
Si bien podría ser dueño de otros lotes, la extensión de El Aybal –que, en los papeles, pertenece al fallecido diputado Ernesto Aparicio– y de El Pajeal resulta, para los detectives, más que suficiente para llevar a cabo el tráfico de droga.
Tras la detención de Castedo, y de manera urgente, el fiscal de Salta Eduardo Villalba y el titular de la Procuraduría de Narcocriminalidad (Procunar), Diego Iglesias, pidieron el allanamiento a esas fincas, donde hallaron documentación, armas y un uniforme de gendarme, que se sumarán a las pruebas que demuestran que la organización continuaba activa y que Castedo seguía dando las órdenes desde la clandestinidad.
Desde 2006 logró mantenerse prófugo, un síntoma de los fuertes lazos que tejió con la política, la Justicia y las fuerzas de seguridad. Incluso, y pese a las diferentes órdenes de captura en su contra por asociación ilícita, lavado de dinero y un homicidio, Castedo logró salir del país con una identidad falsa, la misma con la que circulaba por el país sin inconvenientes.
En un allanamiento al departamento de Verónica H. –integrante con poder de decisión de otro clan delictivo de Salta–, efectivos de Gendarmería hallaron fotografías de la mujer en compañía de Castedo, en Italia. Las imágenes habrían sido tomadas en 2010. En Migraciones no hay registros de esa salida, ni del ingreso a la Unión Europea. Un viaje de placer que da muestra del poder que detentó el salteño en la última década
Celda de lujo en Paraguay
Tres habitaciones, televisión plasma y hasta una biblioteca con la colección en DVD de la serie sobre el colombiano Pablo Escobar. El narcotraficante brasileño Jarvis Chimenes Pavao vivía entre lujos en la cárcel Tacumbú de Asunción, una de las más hacinadas de Paraguay. El hallazgo de una bomba de explosivos plásticos en los muros del penal el martes a la noche no sólo reveló que el artefacto iba a ser usado presuntamente para una fuga de película, sino que Chimenes Pavao vivía desde 2009 en una celda con todas las comodidades y bajo la complicidad comprada de altos funcionarios. Tres dormitorios con baño privado, una cómoda cama cubierta de edredones e incluso una biblioteca donde, entre varias obras, resalta la serie completa Pablo Escobar, sirvieron de suntuoso albergue al brasileño, condenado por lavado de dinero y buscado en su país por narcotráfico, observó la AFP en una visita guiada por las autoridades de Justicia.