“No lo podía creer”. Esa fue la excusa que esgrimió Natalia Capaccioli cuando fue indagada sobre los sesenta panes de cocaína que la Policía Federal descubrió en el auto de su esposo. En su indagatoria, la mujer de Bezic negó conocer las actividades ilegales de su marido. “Jamás en la vida se me cruzó por la cabeza que estuviera relacionado con este tipo de delitos y jamás, de haberlo sabido, hubiera puesto a su hijo en ese riesgo”.
Capaccioli contó que su marido “dejó de trabajar en la empresa Cablevisión hace dos años para hacerse cargo de las chacras de su padre, Wenceslao, en relación con la exportación de manzanas y peras hacia Uruguay”. Admitió que comenzó a acompañarlo en sus viajes “porque se ausentaba mucho” y que se quedaban en un departamento de su familia en Punta del Este.
Contó que su marido “viajó a España con otra persona de nacionalidad española que estaba interesada en vender fruta en ese país” y que “en otra oportunidad viajó a Chile para ver si podía vender peras”.
Capaccioli se mostró disgustada con el ex gerente: “Al principio estaba enamorada, pero desde hace un tiempo a esta parte comenzó a estar más nervioso y sacado. Creía que era por su nuevo trabajo, por la obra y por el bebé pero ahora se da cuenta...”. “Estoy viviendo en una película. Creo que no conozco a mi esposo”, aseguró.
Sin embargo, para el juez de la causa “resulta inverosímil” que a la mujer “le haya pasado desapercibida” la actividad real de Bezic. “Capaccioli tenía pleno conocimiento de la existencia de la sustancia tanto en el rodado como en su casa”, dictamina en el procesamiento.