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TECHO DE CRISTAL

El bono de género es una oportunidad histórica para equiparar la cancha

La pandemia puede ser una oportunidad para acelerar procesos en las corporaciones que generarían condiciones para incorporar a más de 565 mil mujeres al mercado laboral.

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Las estrategias de comunicación en las empresas deben ser integrales. | shutterstock

Todo tiene género, la pandemia, la normalización y, por suerte, también el futuro. Pero es necesario que ese futuro signifique una oportunidad y que las acciones se enmarquen en promover la igualdad sustantiva de género para que las mujeres contribuyamos al desarrollo y a expandir el crecimiento, y ocupemos todos los niveles, de acuerdo a nuestras necesidades, intereses y expertise.

Según estudios del Banco Mundial, las empresas dirigidas por mujeres están respondiendo a la crisis provocada por el Covid-19 con resiliencia e innovación. Una encuesta realizada a 45 mil empresas en países de ingreso bajo y medio permitió establecer que la probabilidad de que las microempresas y las pequeñas empresas dirigidas por mujeres utilizaran en mayor medida las plataformas digitales era mucho más alta que en el caso de las dirigidas por hombres. Las mujeres estamos dispuestas a cambiar los roles tradicionales, a potenciarnos con los catalizadores de la pandemia y a identificar como punto de quiebre esta nueva normalidad que se convierte en oportunidad.

En el mundo, las mujeres jóvenes siguen padeciendo el mayor déficit de empleo previo a la pandemia (2,5 puntos de caída en la tasa de ocupación). En Argentina no nos va mejor: en el pico de la pandemia, un 4% de las mujeres se retiraron del mercado de trabajo y una porción similar perdió su empleo. El aislamiento y la carga en las tareas de cuidado fueron desiguales para hombres y mujeres. Si bien las tasas de empleo y participación laboral recuperaron los niveles prepandemia, las brechas con los varones son casi equivalentes y las mujeres continúan exhibiendo menores salarios, peores condiciones de contratación y mayor informalidad.

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Los últimos dos años visibilizaron la importancia del trabajo no remunerado vinculado a las tareas de cuidado y contribuyeron a generar espacios flexibles que permiten una mejor combinación de la vida familiar y la laboral. Además, valorizaron las habilidades blandas. Argentina ya perdió las ganancias potenciales que significaba el bono demográfico: los vaivenes de la economía se encargaron de arruinarlo, compensando la disponibilidad de mano de obra con una caída en la productividad. Lo importante ahora es no dilapidar el bono de género. El bono demográfico y el bono de género tienen características similares y son el resultado de la aritmética más simple: si hay más personas que ofrecen su trabajo, la economía puede producir a un mayor ritmo. La participación de la mujer en el mercado de trabajo alcanza alrededor del 60% en los países desarrollados y, si bien Argentina es uno de los países latinoamericanos con mayor participación femenina, la diferencia del 5% es un activo. Alcanzar las tasas de participación laboral del mundo desarrollado tiene el potencial de aumentar el PBI en US$ 15.150 millones, un 3%. No es poca cosa, implicaría sumar a la fuerza laboral más de 565 mil mujeres.

El interrogante es cómo vamos a lograr que las mujeres adquieran mayor protagonismo hacia adentro de las empresas en nuestra deprimida actividad productiva. La Argentina dual obliga a trabajar en una doble agenda femenina: apuntalar la participación en las estructuras de liderazgo para evitar la segmentación vertical, para visibilizar y jerarquizar las experiencias y problemáticas, y aumentar las oportunidades de trabajo y acceso a sistemas de cuidado y de protección para las familias más vulnerables. Las empresas B se comprometen a través de su capítulo de diversidad, equidad e inclusión mientras el mundo corporativo avanza en forma acelerada hacia compromisos a través de sus acciones de ESG. Por su lado, los consumidores y los inversores lo están solicitando como puntapié para la conversación.

Las mujeres no nos quedamos quietas y sabemos que generar espacios nuevos permite avanzar en los tradicionales. Es lo que inspiran diversas organizaciones (como WCD) que trabajan enlazando líderes de diversas compañías y difundiendo mejores prácticas de gobierno corporativo, y que logran el círculo positivo ya que, a partir de esa prédica, son consultadas por los principales headhunters del mundo a la hora de buscar mujeres que puedan ocupar cargos directivos en empresas.

Argentina tiene ahora la oportunidad histórica de aprovechar el bono de género, pero además la pandemia dejó en claro que hay una enorme deuda pendiente a saldar no solo con la generación de empleo, sino también con las formas que toma la empleabilidad, para lograr que las mujeres ocupemos posiciones de liderazgo y aumentemos nuestro rol en aquellas profesiones tradicionalmente masculinizadas. “Hoy la persona con más probabilidades de ser líder ya no es la más fuerte. Es la más creativa, la más inteligente, la más innovadora, y no hay hormonas para e0stas aptitudes” (Chimamanda Ngozi Adichie).

*Socia y CEO de Abeceb. Integrante de WCD (Women Corporate Directors).