Un tribunal alemán dispuso este martes 28 de junio una condena de cinco años de prisión a un exguardia de un campo de concentración nazi que tiene 101 años, tratándose de la persona de mayor edad hasta el momento en ser juzgada por complicidad en crímenes de guerra durante el Holocausto.
Su nombre es Josef Schuetz, quien fue declarado culpable de ser cómplice de asesinato mientras se desempeñaba como guardia de prisión en el campo de Sachsenhausen en Oranienburg, al norte de Berlín, entre 1942 y 1945, según el juez presidente Udo Lechtermann, reproducido en Mail Online.
Schuetz vive actualmente en el estado de Brandeburgo y defendió su inocencia, al declarar que no hizo "absolutamente nada" y que no estaba enterado de los crímenes cometidos en el campamento en cuestión.
"No sé por qué estoy aquí", sostuvo el exguardia nazi al término de su juicio el lunes.
Sin embargo, los fiscales advirtieron al Tribunal Regional de Neuruppin que Schueltz participó "a sabiendas y voluntariamente" en los asesinatos de 3.518 prisioneros en el campo, por lo que se pidió que sea castigado con cinco años de prisión.
En el contexto de dicho campo de concentración los reclusos fallecían a causa de trabajos forzados, asesinatos, experimentos médicos, hambre o diversas enfermedades, antes de que las tropas soviéticas liberaran el campo, de acuerdo con el Museo y Memorial de Sachsenhausen.
Los fiscales concluyeron que Schuetz habría ayudado e instigado la ejecución por fusilamiento de prisioneros de guerra soviéticos en 1942, así como el asesinato de prisioneros 'usando el gas venenoso Zyklon B'.
En aquel entonces, el guardia nazi tenía 21 años.
Un relato escalofriante
Los prisioneros de guerra soviéticos fueron asesinados en una de las instalaciones de 'disparos en el cuello' con el siguiente "procedimiento": los guardias de las Schutzstaffel (SS) se hicieron pasar por médicos y fingieron ante los prisioneros que eran profesionales preocupados por su bienestar.
A continuación alinearon a los prisioneros contra una pared y los midieron uno por uno.
Mientras tanto, en una habitación contigua, otros guardias armados de las SS utilizaron las medidas como escenario para sus armas. Abrieron un surco en la pared y dispararon al cuello de cada prisionero.
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Durante el desarrollo del juicio, Schuetz realizó múltiples varias declaraciones inconsistentes sobre su pasado, tras argumentar que su cabeza se estaba "confundiendo".
El acusado llegó a afirmar que había trabajado como jornalero agrícola en Alemania durante la mayor parte de la Segunda Guerra Mundial, una afirmación contradicha por varios documentos históricos que indican su nombre, fecha y lugar de nacimiento.
Finalizada la guerra, Schuetz fue trasladado a un campo de prisioneros en Rusia antes de regresar a Alemania, donde trabajó como agricultor y cerrajero.
Schuetz permaneció en libertad durante el juicio, que comenzó en 2021 pero se retrasó en varias oportunidades por su estado de salud.
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Su abogado, Stefan Waterkamp, comunicó a la agencia AFP antes del veredicto que, en caso de ser declarado culpable, apelaría.
Schuetz evadió la justicia durante varias décadas, pero la situación cambió en 2018 cuando los investigadores de la Oficina Central para la Investigación de Crímenes Nazis en Ludwigsburg encontraron su nombre y apellido en los archivos antiguos del Archivo Militar Estatal en Moscú.
Los "archivos de botín" fueron llevados por soldados rusos a Moscú hacia el final de la guerra.
En principio, Schuetz se someterá a un control médico para determinar si se encuentra en condiciones de ir a prisión. De todas formas, los plazos se dilatarán ya que el exguardia apeló la condena, y la Corte Suprema podría demorar hasta 12 meses en tratar dicha apelación, antes de que el sentenciado vaya a prisión.
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La defensa de los sobrevivientes
Thomas Walther, uno de los letrados que representa a varios sobrevivientes del campamento y familiares de las víctimas, declaró ante el tribunal en mayo: "¿Qué puede ser un castigo apropiado, cuando los principales oficiales de las SS en la Oficina Principal de Seguridad del Reich fueron acusados del asesinato de cientos de miles de personas, pero pudieron salir impunes, debido al lapso de tiempo y su "incapacidad para ser juzgados?".
"¿Cuál puede ser un castigo apropiado para un hombre de 101 años que tiene que asumir su propia responsabilidad después de 80 años de haber cometido el crimen?', planteó Walther.
Por otra parte, el abogado pronunció su disconformidad con respecto a la sentencia de cinco años por considerarla "extremadamente difícil de comprender" para sus defendidos: "Debo señalar aquí que una sentencia de menos de cinco años de prisión sería extremadamente difícil de comprender para mis clientes, incluso si el acusado cambiara de opinión y expresara algún tipo de remordimiento en su "declaración final", remarcó.
CA/CP