Todos los cinco de marzo Mariano Castro hace el mismo ejercicio: trata de acordarse aquellos momentos felices que compartió con su hermano. Es una mezcla, dirá de sentimientos encontrados, alegrías y tristeza. A 15 años de la muerte de Juan Castro, escuchar a su hermano gemelo asombra no solo por su parecido físico, sino por la forma casi idéntica de hablar, los gestos y manera de caminar que remiten al periodista fallecido a los 33 años, tras caer desde el primer piso del balcón de su departamento. Ingresó el dos de marzo al Hospital Fernández con lesiones múltiples y fue intervenido de urgencia. Luego de tres días en coma en la unidad de terapia intensiva, falleció de un paro cardíaco a las 2:30 del 5 de marzo.
Mariano tiene 48 años, es periodista al igual que su hermano y trabaja en Senado TV, aunque en esta ocasión prefiere no hablar de él. “Si es por Juan, hablemos de Juan”, dice abriéndose a la charla.
—¿Recordás la última vez que hablaste con él?
—(Piensa) La última vez que hablé con él forma parte de una causa judicial donde hubo mails de por medio, yo me quedé bastante caliente. Te voy a cambiar la pregunta... te voy contar la última vez que me ayudó, que no fue hace mucho tiempo. Con Juan teníamos una tía putativa que se llamaba Ana María. Ella falleció hace pocos días, pero hace un año se había quebrado la cadera. A todos lados donde la llevé: clínicas, hospitales, consultas con los médicos, se daban cuenta que soy el hermano de Juan y por el recuerdo que él les provocaba, mi tía fue siempre muy bien atendida. Juan me sigue dando muchas manos hasta la fecha.
—¿Te preguntás hoy si su muerte se habría podido evitar de alguna forma?
—No se pudo evitar la muerte de ninguna manera. Yo no te puedo contar las veces que mi familia y yo hemos tocado timbre y golpeado puertas, o intentamos llevarlo a un médico especialista o que pare de laburar. No había manera. Estamos hablando del 2004, el venía de hacer el primer año de Caos, le ganaba a Tinelli en su re contra mejor momento. Era muy difícil que Juan en ese momento pudiese escuchar a alguien que le diga que no. Nos hemos peleado, hemos pateado sillones, hemos ido a buscarlo. No hubo manera. El último mes él salió del hospital y tenía que quedarse adentro, con tratamiento. Era peligroso para los demás, y sobre todo para él mismo, que fue lo terminó sucediendo. Tampoco creo que mi hermano se haya suicidado.
—¿A qué te referís?
—Si podemos hablar de un suicidio puede ser una búsqueda de muerte con el tema de adicción. Estoy absolutamente seguro de que al momento que él cae, no tiene la más puta idea en dónde está parado. O, como dicen algunos médicos, estaba buscando refrescarse en una pileta por el calor que tenía su cuerpo. También algo que explican los médicos es que si él no hubiese caído, en tres o cuatro días también se hubiese producido el fallecimiento por cómo tenía su organismo debido a la adicción.
—¿Hubo algún tipo de negligencia por parte de los médicos que lo acompañaban?
—Él no debería haber salido del hospital. Ahora también hay un punto, él salió del hospital, nadie le decía que no. Era un tipo súper simpático y entrador.
—¿Qué pensás que le dejó Juan al periodismo argentino?
—Juan era un gran periodista. Le dejó calle, una manera de entrevistar. En los 90 se le plantó al Canciller y le planteó cómo estaban las relaciones carnales entre Argentina y Estados Unidos. El canciller le dijo “increíble”, y él le preguntó: “¿Quién es el pasivo?”. Juan no tenía problema en hacer la pregunta de la forma más correcta o incorrecta posible. Y no se cagaba ante nadie. Podía estar cómodo en la Villa 31 como en el Faena.
—El parecido físico es impresionante. ¿De que forma pensás que él vive en vos hoy?
—Nosotros somos gemelos. Somos una célula primero y todavía la ciencia no sabe por qué esa célula se divide. ¿En qué esta en mí? Van a hacer 15 años que se fue... Hay veces que lo recuerdo con alegría, hay toda una parte familiar de juegos de chicos que no fue pública y ahí para mí hay un tesoro. Estuvimos muy apegados hasta los 13 años. Después cada uno fue a su división en el colegio e hicimos amigos distintos. Viene la voz, viene el recuerdo, vienen los sueños a veces.
—¿Alguno que recuerdes en especial?
—Uno con Juan vivo. Dormíamos en el mismo cuarto y tuvimos el mismo sueño. Yo soy hincha de Boca y estoy viendo el gol de Alonso con la pelota naranja, fue un partido especial en la Bombonera. Termino de ver ese gol y de golpe aparece una risa muy tenebrosa. Ahí me despierto sobresaltado. Al segundo Juan le pasa lo mismo. Ahí yo le pregunté, “una voz, ¿no?, ¿una risa?”... “Si”, me dijo. No hablamos más. Nos acostamos y nos dormimos.
—¿Cómo son para vos los cinco de marzo?
—Trato de pasarlo de largo, pero es imposible, con las redes sociales no lo puedo evitar. Intento recordar cosas agradables. Tengo un hijo de seis años, me hubiese encantado que lo conozca (se emociona) Me hubiese encantado que le diga “tío Juan”. Le hablo a mi hijo de Juan, entiende bastante. Pero no la paso bien los cinco de marzo. En realidad cuando se viene aproximando la fecha empiezo a ponerme de mal humor, dejo que entre la tristeza, trato de que pase rápido y no ver redes sociales aunque sé que la gente lo hace en forma de apoyo. La verdad fue un día de mierda, no hay manera de convertirlo en otra cosa.
—¿Lo imaginaste a él en todo este tiempo cubriendo algún hecho en particular?
—A mí me hubiese encantado que tuviese la posibilidad de cubrir cuando se sancionó la Ley de Matrimonio Igualitario. Hubiese sido increíble, sobre todo porque él fue quien le hizo la pregunta a (Néstor) Kirchner cuando era presidente, “¿estaría mal que dos hombres adopten?”, y él respondió: “Eso estaría bien”.