Excombatientes de la guerra de Malvinas no solo tuvieron que pelear contra los ingleses, sino también contra los abusos y torturas de los propios militares argentinos. Horrores que van desde estaqueamientos, descargas eléctricas, inmersión en aguas heladas y obligarlos a comer excremento. Ahora también la fiscalía argentina incorporó casos de abuso sexual y de antisemitismo en el expediente.
En vísperas del 40 aniversario del inicio de ese conflicto bélico con Gran Bretaña., la presentación del fiscal federal de Río Grande Marcelo Rapoport y de la procuradora de crímenes contra la humanidad, María Ángeles Ramos, "analiza la inmersión en aguas heladas como método de tortura y casos de abuso sexual en un contexto de antisemitismo cometidos contra 24 víctimas", informó el jueves el portal de noticias del Ministerio Público Fiscal.
La causa por torturas abierta en 2007 ante la justicia de Río Grande (Tierra del Fuego) en base a testimonios de excombatientes, tenía hasta ahora unos 180 hechos denunciados y un centenar de militares imputados, pero solo cuatro están procesados a la espera del juicio oral.
Torturas en Malvinas: en favor de la Justicia o cómplice de los hechos
Según el Centro de Excombatientes CECIM de La Plata, los militares trasladaron a las islas Malvinas la metodología represiva de la dictadura (1976-1983) y las víctimas fueron sus propios soldados.
Además de hambre y frío, algunos soldados padecieron torturas como estaqueamiento (permanecían por horas crucificados en el suelo con las extremidades atadas a estacas) y enterramientos en barro y nieve, entre otros tormentos, consignó la agencia AFP.
La causa se encuentra virtualmente paralizada a la espera de que la Corte Suprema de Justicia resuelva si se trata de crímenes de lesa humanidad, es decir imprescriptibles. Si no prospera el caso en Argentina, los excombatientes seguirán buscando justicia en tribunales internacionales.
El comunicado de la Fiscalía
"En esta oportunidad la fiscalía sumó a los hechos investigados 22 casos de imposición de tormentos -por los que imputó a 18 oficiales y suboficiales del Ejército- y dos de abuso deshonesto -imputados a otro suboficial- cometidos contra soldados del Regimiento de Infantería Mecanizado 3", explicó el comunicado.
La acusación describe "el arraigado sentimiento antisemita dentro de las fuerzas armadas argentinas" y apunta que "particularmente en el contexto de Malvinas, se los cuestionaba (a los judíos) por no considerarlos argentinos, acusándolos de cobardes o traidores".
Un soldado del RIM 3 que no fue identificado relató que un subteniente de nombre Flores Ardoino lo "castigó todos los días de su vida en Malvinas por ser judío". Lo discriminaba por su condición religiosa y le atribuía la culpa de todo lo malo que pasaba, provocando el resentimiento de sus compañeros, sostiene la fiscalía.
La ampliación parte de un nuevo análisis hecho sobre las pruebas incorporadas a partir de desclasificación de todos los archivos de las fuerzas armadas relativos al conflicto por Islas Malvinas, precisa el informe.
La Guerra de Malvinas ya tiene su "Nunca Más"
Cómo fueron las torturas en la Guerra de Malvinas
Soldados enterrados en la nieve, otros amarrados a estacas por sus extremidades: "a Malvinas se trasladaron las metodologías de la dictadura", acusa el excombatiente Ernesto Alonso, uno de los impulsores del juicio.
"Lamentablemente la situación que se dio en Malvinas en muchos casos fue estar entre dos enemigos", afirma Alonso, 40 años después en una entrevista a la AFP en el Centro de excombatientes (CECIM) de La Plata, su ciudad natal.
"En Malvinas valía más la vida de una oveja que la de un soldado"
"Fue sistemático, no pudimos encontrar antecedentes de lo que vivimos nosotros en Malvinas donde se trasladó el terrorismo de Estado. Allá valía más la vida de una oveja que la de un soldado. Había situaciones famélicas. Hubo soldados que murieron de hambre", evoca el excombatiente.
"Yo fui testigo de la muerte de un soldado que fue castigado a dormir fuera de su posición y una mañana lo encontramos entre las piedras, tapado por un poncho, casi congelado con convulsiones. No sobrevivió al frío", recuerda. También vio "tres soldados estaqueados en la primera sección de la Compañía B de Monte Longdon".
La brutalidad de los tormentos
"Nos ponían boca arriba, nos hacían abrir los brazos formando una T con respecto al cuerpo y las piernas separadas atadas con piola (cordel), con la nevada y el frío, te congelaba todo el cuerpo", cuenta un excombatiente. Otro relata: "Ordenó enterrarme junto a otros tres soldados en un pozo hasta el cuello, sin abrigos, sin casco, por más de diez horas bajo temperaturas extremas y sin alimentos".
En Malvinas, la temperatura desciende hasta seis grados bajo cero, con temporales de vientos helados, lloviznas, granizo, nieve y escarchas nocturnas.
Algunos exsoldados dicen que los obligaron a comer excrementos, los dejaron sin cascos ni protección bajo las bombas inglesas o les aplicaron descargas eléctricas con los teléfonos de campaña.
El silencio y la censura
Alonso tenía 19 años y hacía el servicio militar obligatorio cuando el 2 de abril de 1982 el dictador Leopoldo Galtieri mandó tropas para invadir las islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña desde 1833.
Diez días más tarde, desembarcaba en el archipiélago, a 2.000 km de su casa, junto al Regimiento 7 de Infantería de La Plata.
Su compañía estuvo 64 días apostada en Monte Longdon, donde se libró una de las más cruentas batallas pocos días antes de la rendición argentina, el 14 de junio. Allí perdieron la vida 33 de los 649 argentinos muertos durante el conflicto.
Al regreso no hubo reconocimiento ni asistencia psicológica. Por el contrario, "nos recibió el peor aparato represivo de la dictadura y nos impusieron el silencio. Eso causó terribles estragos", cuenta.
Más de 600 excombatientes se quitaron la vida después de la guerra
Más de 600 excombatientes se quitaron la vida después de la guerra, casi la misma cantidad que los que murieron en los 74 días de conflicto bélico desencadenado por la invasión argentina.
Desde 2005, Alonso regresó cinco veces a las islas. Fue uno de los impulsores del proceso de identificación del centenar de tumbas sin nombre de soldados argentinos en el cementerio de Darwin, en Malvinas.
"Malvinas está en el ADN identitario de todos los argentinos y seguramente la dictadura supo tocar ese ADN, por eso todas las contradicciones en la sociedad en ese momento", reflexiona sobre el respaldo popular que recibió Galtieri por la recuperación de las islas pese a que en 1982 crecía el rechazo a la dictadura y su política económica.
Si bien Alonso deplora "la aventura bélica" del dictador, también lamenta que Argentina siga "cercenada en su territorialidad por una presencia colonial" que se fortaleció en 1985 con la instalación de una base militar británica en Malvinas "que alberga más de 3.000 efectivos que no solamente amenazan la paz de Argentina, sino de la región".
ED