A tres cuadras del estallido de colores de Times Square y a pocos pasos del perfeccionismo francés de la Grand Central Station, un rascacielos emergió de la jungla de asfalto, con tal osadía que se aleja años luz del perfil nostálgico del Empire State Building, y de la geometría perfecta del Edificio Chrysler, sus vecinos. Es el SUMMIT One Vanderbilt, en Nueva York, y acapara todas las miradas frescas del turismo internacional.
Sobre la calle 42 (45 East), el SUMMIT es una estructura de cinco paredes de vidrio de 12,7 cm “sobre el vacío”.
Sí, leyó bien. El SUMMIT se encuentra a 395 metros de altura y “se apoya” en los tres últimos pisos de un edificio de oficinas que requirió 4 años de ingeniería sesuda para lograr convertirse en la pata invisible de un diseño tan “anormal”.
“Anormal”, o “no normal”, como subraya Caire Chirouze Ulloa, responsable del área de visitas turísticas del predio. “Eso es lo que tenía en mente la compañía de promoción inmobiliaria que impulsó este proyecto, que se inició en el 2016 y concluyó justamente durante la pandemia, en el año 2020”, especifica.
“Sin embargo, la decisión de hacerlo se había tomado en el año 2000 y demoró más de quince años poner todo en marcha, para lograr una experiencia 100 por ciento inmersiva”, especifica Claire Chirouze.
SUMMIT nuevo paseo en Nueva York
Con la idea fija de lograr "algo que no se pareciera a nada de lo que ya tenía Nueva York”, el estudio de arquitectura Snøhetta y el fideicomiso SL Green Realty Corp dieron vida a un observatorio de cuatro plantas, que arrancan en el piso 91 y terminan en un ascenso opcional en un elevador completamente vidriado y externo, que asciende aún más sobre el roof top del One Vanderbilt.
Y en "la ciudad que nunca duerme" ya había tanto que la única manera de sorprender era colgar un edificio entre las nubes, como si levitara. Es más, si hay algo que a Nueva York le faltaba era una versión gloriosa y vernácula de la Capilla Sixtina.
Mucho “más allá” que el resto de los rascacielos de New York City, el SUMMIT combina una experiencia sensorial, vistas increíbles de los cinco barrios de Nueva York y una nueva decoración que en definitiva es la "no" decoración: el espacio.
La atracción en sí es una suma de tres plantas en los pisos 91, 92 y 93, con vistas de 360 grados sobre pisos traslúcidos que se acoplan entre sí. Dondequiera que uno se encuentre, la imagen propia -y las ajenas- se multiplican en una suerte de Capilla Sixtina, gracias a 3.065 metros cuadrados de espejos.
Una vitrina en Nueva York, la cima del mundo en la que casi nadie –como el Adán de Miguel Angel- intenta extender la mano para tomar la de Dios.
Nueva York, la cima del mundo
“New reality” (nueva realidad)… “aware your senses” (despierte sus sentidos) promueve la atracción turística, desde el momento en que se pisa el hall de entrada, donde una máquina te sujeta las sienes y la cabeza para tomarte una foto, la imagen de tu propia cara que luego dibujarán las nubes, mientras circulás por el piso 91.
Como no podía ser de otro modo, el umbral de la 1º experiencia, es el primer elevador que recorre 91 pisos de la torre en apenas 43 segundos. Mientras se asciende al más allá, uno se siente pequeñito en un Hall of Light que replica el cielo diurno y también el nocturno, con sonidos espaciales del universo que nos espera; un combo tan eficaz y envolvente que el apunamiento y el vacío en la boca del estómago pasan desapercibidos.
Apenas se abren las compuertas del primer cielo, el piso 91 (“Ascending 1”), uno entrega el cuerpo y se olvida del alma. Con gafas oscuras y medias de quirófano, todo lo que sigue es mundo sensorial:
- 2.300 metros cuadrados de espejos en los que el sol estalla en todas las direcciones;
- de Bronx a Coney Island, “sobrevuelos” espectaculares sobre la creación: todos los rascacielos de Nueva York;
- multiplicarse a sí mismo –y al resto de la humanidad visitante- en infinidad de espejos que se disparan anárquicamente en todas las direcciones, como en las escenas bíblicas de la bóveda de la Capilla Sixtina;
- 6.000 metros cuadrados de inmersión sensorial, la Summa theologica de un siglo XXI con poca fe.
Un Juicio Final del que siempre se sale reconfortado. Porque hay algo que queda claro: SUMMIT es un palacio pagano llamado a ser la cappella magna del siglo XXI, una bóveda celeste de 360 grados, a la vista de todos; sobre todos.
“Fue diseñado con la intención de trascender la existencia cotidiana”, dijo su responsable, Kenzo, experto en “galaxias sociales”, arte inmersivo y nuevos mitos urbanos.
Al salir del piso 91, ya libres y livianos, nos abrimos a dos experiencias sucesivas en el salón Affinity:
-disfrutar de un poco de arte “aéreo” y al paso;
-celebrar el firmamento en primera persona, jugando con globos de plata -las estrellas-.
En síntesis, una suma de experiencias que no dejaremos pasar sin registrarlas en videos, reels y TikTok. La nueva remake del “creced y multiplicaos, y llenad la Tierra” (Génesis 1:28), que nos seguirá perpetuando como especie, pero en los social media.
Inaugurado en plena pandemia, durante octubre del año 2021, en seis meses SUMMIT One Vanderbilt superó el millón de visitantes y la revista Elle lo bautizó como “el espacio más instagrameable del mundo”.
Levitar y levitar
Al salir de la caja de cristal, un hall espera con el último baño purificador entre las nubes turbulentas de la ciudad de Nueva York.
Ya livianos y libres de pecados, estamos listos para levitar. En efecto, tal es la propuesta del piso 92 (“Trascendence 2 Air”), con miradores de cristal tanto para observar a los del piso de abajo como para salir del edificio, sobre balcones “sin piso” -de cristal traslúcido-, a mirar la ciudad “fisicamente separados” del edificio; levitando.
Y la experiencia puede aún profundizarse más con Ascent, un elevador de 8,5 metros cuadrados, promocionado como “el mayor ascensor externo del mundo con piso transparente”. Pero en él del piso al techo, todo es transparente. Personas con vértigo, abstenerse.
Es la cereza del postre: el ascensor-caja-de-cristal que inicia su marcha a 370 metros de altura sobre la Avenida Madison y es el mirador más alto del centro de Manhattan.
Relájese: a diferencia del Tower of Horror de Walt Disney World, éste no se desploma en caída libre; tarda 1 minuto en elevarse 6 metros, se detiene 60 segundos y luego regresa al punto de partida, como oruga contra la pared del edificio One Vanderbilt.
La impresión final es que la cima del mundo es también nuestra.
Para los arrepentidos de último minuto, en un rinconcito hay un recoveco con piso de granito negro.
Y si piensa en el baño como un espacio de tregua a la levitación, olvídelo: azul para los hombres y naranja para las mujeres, también tienen paredes transparentes, del piso al techo, para no olvidar que seguimos sobre el abismo.
Como todo espectáculo en los Estados Unidos, en éste la salida en el piso 93, “Après”, también está coronada por una amplia boutique de merchandising y un coffee store muy luminoso.
Summit en Nueva York
“La emoción que rodea a Summit One Vanderbilt ha sido abrumadora”, dijo durante la inauguración Marc Holliday, presidente y director ejecutivo de SL Green, el fideicomiso de inversión en bienes raíces con sede en Manhattan, dueño del edificio.
La ingeniería de SUMMIT estuvo en manos de Snøhetta, un estudio noruego de arquitectura, con sedes en Oslo y Nueva York, que acumula en su portfolio grandes hitos: la Biblioteca de Alejandría, Times Square y el Memorial Nacional del 11 de Septiembre, entre otros colosos del siglo XX.
Con 427 metros de altura, el conjunto edilicio del SUMMIT es el cuarto más alto de la ciudad de Nueva York. El primer puesto se lo lleva el One World Trade Center, con 527 metros de altura.
Ranqueada en el puesto número 20 del Indice de las Mejores Ciudades del Mundo, la ciudad de Nueva York espera recibir 56,7 millones de visitantes este año, para superar el nivel record del año 2019.
Por eso, este coloso que costó US$ 3.200 millones y requirió 26.000 toneladas de acero -el 90%, reciclado- es una de las novedades más promocionadas y rankeadas entre los visitantes.
La entrada regular para mayores de 13 años es US$ 39; con US$ 20 más si se quiere probar el nivel de vértigo en el ascensor Ascent. Si se elige el atardecer para el paseo de 2,6 minutos en el ascensor hay que pagar US$ 10 más; es decir, US$ 30 (el que quiere más celeste que le cueste, literal).
Si todavía queda resto en la billetera, en el piso 93 se puede contratar una foto digital del visitante (US$15) con opción de cuatro fondos.
Cómo llegar a Nueva York
Desde Buenos Aires, la compañía Copa Airlines opera 21 vuelos semanales hacia Panamá, que se incrementarán a 25 vuelos en octubre y 28 en noviembre. Tanto desde Córdoba como desde Rosario hay un vuelo diario, que se suman a los 5 semanales desde Mendoza capital, que ya serán 6 en noviembre.
Para llegar a Nueva York desde la ciudad de Panamá hay 3 conexiones diarias hacia el aeropuerto JFK. La aerolínea de bandera panameña conecta con más de 75 destinos en América desde y a través de Panama.
Todas las combinaciones desde Argentina tienen la opción de stop over por un plazo de siete días, sin cargos adicionales.
Cada pasajero puede reservar, comprar y administrar su pasaje desde la sección “Mis viajes” del sitio web de la compañía. Varios días antes del vuelo se puede reservar asiento desplegando el mapa de los lugares disponibles en la cabina; 24 hs antes de la partida se evitan largas colas haciendo el check in digital; solicitando comidas especiales y, si se quiere, incluso contratar hotel, alquilar auto o pedir un traslado desde el aeropuerto.
Para resolver rápidamente todos los trámites sanitarios exigidos para ingresar a Estados Unidos, la web copa.com es una buena guía práctica. Tanto el ticket aéreo como los datos migratorios y los requisitos sanitarios pueden resolverse fácilmente desde el sitio web de Copa Airlines. De todo se tendrá un comprobante, al recibir confirmación en el mail informado.
Todos los vuelos de Copa Airlines hacen escala en el Hub de las Américas, en la ciudad de Panamá. En la terminal 2 del Aeropuerto Inrernacional de Tocumen –recientemente ampliado-, funciona el Copa Club, un salón que es un área exclusiva para pasajeros en tránsito con tiempo para descansar (hay camas, seis duchas con vestidor y todo lo necesario para darse un baño), jugar con los chicos, distraerse en salas de entretenimiento con HD videowalls, tomar café a granel, beber licores y cervezas de cortesía sin límites, comer algo (sirven snacks gourmet para todas las comidas diarias) o incluso trabajar en una oficina (con wifi de alta velocidad, computadoras, impresoras).
Enorme, puede albergar 420 personas simultáneamente sin que nadie se siente amontonado; está abierto de 5:30 hs a 21 hs y dan ganas de tener tiempo disponible entre vuelos para disfrutarlo.