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Horno Microondas: cómo un accidente creó una de las mayores innovaciones del siglo XX

La historia de Percy Spencer demuestra que un error, una molestia o un imprevisto puede convertirse en el nacimiento de algo transformador. Cada crisis puede ser un mashber: un punto de presión donde nace una nueva idea.

Spencer y la creación del Microondas Foto: Cedoc

Sabías que el horno microondas fue inventado por accidente por un hombre que quedó huérfano y nunca terminó la escuela primaria. Ese hombre fue Percy Spencer.

Cuando apenas tenía 18 meses, su padre murió, y su madre lo dejó para que lo criaran sus tíos. Luego, cuando Spencer tenía solo siete años, su tío también falleció. Spencer abandonó la escuela primaria y a los 12 años comenzó a trabajar desde el amanecer hasta el atardecer en una fábrica de bobinas, donde siguió trabajando hasta los 16.

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Entonces decidió unirse a la Marina de los Estados Unidos. Gracias a su habilidad en ingeniería eléctrica, ayudó a desarrollar y producir equipos de radar de combate, algo de enorme importancia para los Aliados, convirtiéndose en el segundo proyecto más prioritario del ejército durante la Segunda Guerra Mundial, justo después del Proyecto Manhattan.

Cómo se creó el Horno Microondas

Un día, mientras Spencer trabajaba construyendo magnetrones para radares, estaba de pie frente a un radar activo cuando notó que la barra de chocolate que tenía en el bolsillo para el almuerzo se había derretido. Spencer no fue el primero en notar algo así con los radares, pero sí fue el primero en investigarlo.

Comenzó a intentar calentar otros alimentos para ver si ocurría un efecto similar. El primero que calentaron de manera intencional fueron granos de maíz, convirtiéndose en las primeras palomitas de maíz hechas en microondas de la historia. Luego Spencer decidió intentar calentar un huevo. Tomó una tetera, le hizo un agujero en un costado, colocó el huevo entero dentro y posicionó el magnetrón para dirigir las microondas al agujero. El resultado: el huevo explotó en su cara.

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Así nació el primer horno microondas. Presentó la patente el 8 de octubre de 1945. El primer microondas producido comercialmente medía aproximadamente 1,80 metros de alto, pesaba unos 340 kilos y costaba alrededor de 5000 dólares. No fue hasta 1967 que salió al mercado el primer microondas relativamente accesible (495 dólares) y de tamaño razonable (modelo para alacena).

Lo incómodo puede ser el origen de algo mucho mejor

¿Qué harías vos si, estando en tu oficina, se te derrite una barra de chocolate en el pantalón? Tal vez te enojarías y te irías a tu casa a cambiarte. Pero Spencer usó esa oportunidad para regalarle al mundo el horno microondas.

La razón por la que tenemos “derretimientos” es para generar una invención. Cada situación incómoda en la vida puede impulsarnos a inventar y descubrir verdades nuevas y valiosas que traerán sanación a nosotros y a nuestro mundo. Con cada momento de crisis, puedo construir mi propio “microondas” único, que irradiará calor y luz a mi hogar y a mi entorno.

Hay un detalle fascinante del hebreo: La misma palabra que significa crisis —מַשְׁבֵּר, mashber— también significa la silla de parto, el asiento donde nacía un bebé en la antigüedad. En el idioma hebreo, una “crisis” no es una caída, sino un lugar de nacimiento. Un punto de presión tan fuerte que algo nuevo obliga su camino hacia afuera.

Cuando uno vuelve a leer la historia de Percy Spencer —el inventor accidental del microondas— esa idea cobra una fuerza increíble. Porque lo que él vivió no fue solo una anécdota: fue un verdadero mashber. Estaba trabajando, la barra de chocolate se derrite sin querer, un momento incómodo, molesto, casi absurdo… pero él vio en ese “derretimiento” un nacimiento posible.

Donde otro hubiera visto un problema, él vio una oportunidad. Lo que parecía un accidente se transformó en una invención que cambió el mundo.

Esa es justamente la lógica del mashber: la incomodidad que presiona es la misma presión que da a luz a algo nuevo. Las cosas que se derriten en nuestros bolsillos, las situaciones que se nos desarman, los momentos que parecen un error… pueden ser, en realidad, el asiento donde está por nacer una nueva idea, una nueva versión de nosotros, una nueva forma de vivir.

Y quizás, igual que Percy Spencer, cada “derretimiento” de nuestra vida puede convertirse en nuestro propio microondas: un invento inesperado que irradie calor, luz y algo nuevo al mundo.